domingo, mayo 26, 2013

Arraianos, de Xosé Luís Méndez Ferrín


Está poblado este libro de gentes transgresoras que se mueven entre montañas y por navas y eriales en las que el poder político pusiera un día una Raya imaginaria que nunca logró separar totalmente al pueblo que llamamos portugués de su Norte gallego, y viceversa. Los hombres y las mujeres de La Raya fueron llamados “arraianos”, y lo siguen siendo a su paso por los cuentos aquí reunidos.
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Las mujeres ahogaron a un niño con cuernos en las charcas de Urdilde; lo agarraron por el pelo y le hundieron la cabecita –me dijo N. rompiendo a llorar bajo la ventana de la sala nueva que da al patio y en uno de cuyos asientos de piedra estaba yo acomodada.
¡N. era tan querido, tan idiota! A veces se me olvidaba que tenía la cabeza poblada de estallidos, cuando no de rastrojo horrible o flores simplicísimas.
Lo ahogaron, Misia, lo ahogaron –me insistía N.

[Del cuento “Lino”]

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A la mañana siguiente, al preso le sería dado garrote en la Plaza Mayor de Ourense, que había de estar llena de gente, como en los días de corrida de toros. Más allá de la puerta de la celda, por el corredor húmedo y maloliente, le llegaba al prisionero un rumor de conversaciones y alguna risa. Debían de ser los “Hermanos de la Paz y Caridad”, el verdugo de Burgos, el Presidente de la Audiencia, el capellán, el Director de la cárcel, que iban a pasar la noche como él, sin dormir.
[Del cuento “El exclaustrado de Diabelle]

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Auguela son diez casas y algunas cuadras y hórreos. Todos los techos son de paja menos el de la casa, que había hecho con sus propias manos el padre de la niña. Al abuelo de la pequeña lo habían cogido los falangistas de Verín y lo mataron en una zanja de O Furriolo, con otros cinco que sacaron del Convento. En Auguela tienen ovejas y alguna vaca. Pastan por A Chaira. El monte Penagache avisa, no lejos, de la Raya de Portugal.
[Del cuento “Botas de elástico”]



[Hoja de Lata Editorial. Traducción de Luisa Castro]