Segundo libro de este autor, Der Níster (o sea, “El
Oculto”, pseudónimo del escritor Pinjas Kahanovich), que publican en Libros del
Silencio. En espera de lectura aún tengo La
familia Máshber. Sobre una tierra
ardiente reúne siete relatos inspirados en hechos reales, que transcurren
entre 1942 y 1946. Der Níster era judío y su familia sufrió la violencia del
nazismo y sus historias versan sobre hombres y mujeres a los que detienen,
humillan, torturan y ejecutan los nazis. En las primeras páginas siempre se nos
ofrece un retrato completo de los personajes en cuestión, sean judíos o
alemanes afiliados al poder, y en la segunda mitad de cada relato el autor nos
muestra el momento en que se cruzan, y en que las vidas de los primeros
cambian.
Los que más me han gustado son aquellos que llevan como
subtítulo “Acerca de un caso en la Polonia actualmente ocupada”, especialmente
los tres primeros, “Heshl Ánsheles”, “El abuelo y su nieto” y “Meyer
Landshaft”. Es notable la habilidad de Kahanovich para introducirnos poco a
poco en el clima de la historia para luego, una vez nos hemos familiarizado con
los personajes, dar el toque maestro en las acciones brutales de los soldados y
oficiales de las SS. Un fragmento del primero:
El oficial, al
llegar abajo, señaló a Heshl el equipaje. Eran dos maletas: una más grande y
más pesada y la otra más ligera. Heshl se agachó y quiso levantar una en cada
mano, pero en ese instante el oficial le ordenó:
-¡No! Esta –dijo
señalando la maleta más pesada– con las manos, y la otra, la más ligera, con
los dientes.
-¿Cómo? –exclamó
Heshl, ya algo aturdido desde antes, y más todavía ahora al oír las últimas
palabras, mirando al oficial sin comprender lo que quería decir y pensando que
no había oído bien.
-Sí, judío... Esa
con los dientes.
Por un momento,
todos los que estaban allí se quedaron paralizados. El padre quiso enseguida
moverse del lugar donde estaba y postrarse a los pies del oficial para rogarle
que retirara su orden. Shamai quiso, al parecer, hacer lo mismo, y también la
criada. Pero el oficial soltó entonces un rugido que se dirigía a Heshl: «¡Más
deprisa, más deprisa!», tan fuerte que todos entendieron de inmediato que
ninguna súplica ni ninguna postración servirían de nada; en adelante,
cualquiera con ojos en la cara capaz de mirar lo que iba a suceder a
continuación, que lo mirase, y quien no estuviera en condiciones de hacerlo,
que girase la cabeza y mirase hacia otro lado.
[Traducción de Rhoda Henelde y Jacob Abecasis]