Sorprendente debut del director Sean Durkin, esta película
protagonizada por la joven Elizabeth Olsen (hermana pequeña de las Olsen, pero
dotada del talento que a ellas les falta) tiene su mejor baza en la manera que
ha elegido su autor para rodarla, con planos que a menudo lo explican todo sin
necesidad de palabras, con una atmósfera inquietante y un misterioso mal rollo
que recuerda a las películas de Michael Haneke (algo que ya han señalado
algunos críticos), con elipsis y flashbacks que obligan al espectador a
rellenar los huecos para suplir la información que nos han vedado.
Martha (prefiero no desvelar las razones del título) es
una chica que escapa de una casa en el bosque. Una casa donde convivía con
otras chicas y con algunos chicos y con un hombre mayor (John Hawkes, más
espeluznante que nunca) que parece dirigir el cotarro. Tras huir, llama a su
hermana para que la recoja en la carretera. No se han visto en los dos últimos
años. Durante el tiempo que Martha convive con su hermana, ella y su marido son
incapaces de sacarle información sobre su anterior paradero, y la película,
mediante saltos al pasado, nos va mostrando lo que hacía en aquella casa del
bosque: convivir con una secta, con una de esas sectas al estilo de las de
Charles Manson en las que el gurú predica el amor libre, la purificación del
cuerpo, el repudio de las posesiones, la entrada nocturna en domicilios ajenos
para robar algunas cosas o simplemente fisgar… En ningún momento del filme se menciona
la palabra “secta”, pero los paralelismos con Manson y su tropa de jóvenes con
el cerebro lavado es evidente. El director confunde al espectador en la primera
media hora de película, tal vez porque no sabe muy bien qué está pasando. Yo jugué
con ventaja porque, antes de entrar al cine, leí alguna frase que aludía al
carácter sectario de los personajes.
Espléndida película, pues, ganadora de varios premios y
exhibida en bastantes festivales, no tardará en ser un título de culto. Forma parte
de esas historias malsanas en las que podríamos encajar Eden Lake, Los extraños o
Funny Games. Tiene un par de escenas
que ponen los pelos de punta, especialmente cuando aparece Hawkes con su mirada
de perturbado.