Aunque conozco bien la obra del gran Marcel Schwob (hasta
ahora había leído el volumen que abarca Mimos
/ Espicilegio / Vidas imaginarias, los relatos y crónicas inéditos de Mundos terribles y la novela poética El libro de Monelle), y creo que Vidas imaginarias es una obra maestra,
no había leído el breve y célebre y extraño libro titulado La cruzada de los niños. Ahora se presenta con una nueva traducción
del también escritor Pablo Martín Sánchez, con ilustraciones de José Hernández
y con un prefacio de Enrique Vila-Matas, buen conocedor de la obra de Schwob.
La cruzada…
reconstruye un hecho real (en 1212, miles de niños franceses formaron una
expedición para viajar hacia Jerusalén, en busca del Santo Sepulcro, pues uno
de ellos afirmaba que el mismísimo Jesucristo le había entregado una carta
ordenándole que recuperase la ciudad), pero lo hace de una forma original,
mediante ocho monólogos que, casi a la manera de Rashomon, pintan el cuadro de los hechos: varios niños, dos papas,
un leproso… Se lee en un rato y ostenta una prosa poética que la convierte en
una delicatesen.
Un extracto del relato del papa Inocencio III:
Y yo no sé qué
encantamiento ha hecho salir de sus casas a más de siete mil niños. Siete mil
hay en la carretera, con su cruz y su bordón. No tienen comida; no tienen armas;
son inútiles y nos avergüenzan. Ignoran cualquier religión verdadera. Mis
servidores los han interrogado. Responden que van a Jerusalén a conquistar
Tierra Santa.
Un fragmento del relato de tres de los niños:
Los solitarios y los
enfermos vienen a vernos, y las ancianas encienden para nosotros las luces de
las cabañas. Las campanas de las iglesias tocan por nosotros. Los campesinos
levantan la cabeza de los surcos para observarnos. También las bestias nos
miran y no huyen. Y desde que nos pusimos en marcha, el sol se ha vuelto más
cálido, y ya no recogemos las mismas flores.
[Traducción de Pablo Martín Sánchez]