No sé qué hacer.
Decido no contárselo a Mamá. Si lo hago, se preocupará mucho por mi seguridad y
no me dejará salir de casa sin un guardia armado o un enorme y feroz mastín.
Sé qué tengo que
hacer.
A veces, cuando
estoy enfermo o triste, me pongo el CD antiguo de Avril Lavigne y pienso en lo
feliz que era en 2003, cuando besar a una chica que sabía a Panda Pops en una
fiesta del instituto era suficiente para pensar que no había nada mejor.
Escucho el disco de
Avril Lavigne y canto las letras en silencio, mirando al techo. Si Mamá me
viera, le preocuparía que fuera gay. No soy gay. Soy joven y estoy un poco
asustado.
[Traducción de Zulema Couso]