lunes, marzo 05, 2012

Noche de los enamorados, de Félix Romeo / ¡Viva Félix Romeo!, de Varios Autores


Este libro se acabaría si dejara de hacerme preguntas.
No siembro dudas sobre Santiago Dulong.
Esto no es un juicio, porque no se puede juzgar a los muertos, y Santiago Dulong murió hace diez años.
Ni es la defensa imposible de una víctima, porque no se pueden reparar las ofensas a los muertos.
Ni es un ensayo sobre la justicia.

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La primera impresión que sentí al entrar en la cárcel de Torrero es que ese recinto apestaba: olor de grasa y olor de zotal y olor de cuerpos de hombres y olor de ratas y olor de agua estancada y olor de comida hervida y olor de lejía y olor de medicamentos y olor de mierda intensa, porque en la cárcel se come mucha carne, aunque sea de baja calidad, y es la carne lo que da intensidad al mal olor de la mierda, olor de semen, olor de calefacción que quema mal, olor de sangre seca, olor de cuerpos amontonados.
Porque el olfato, en muy pocos minutos, se atrofió, y me permitió sobrevivir en esa pocilga.



 
[La última obra de Félix Romeo incluye, de regalo, un librito que compendia los homenajes literarios de algunos de sus amigos. Pero de todos los textos, en general de un nivel muy alto, quizá me quedaría con el de Aloma Rodríguez. Ambos volúmenes son muy recomendables]