Vidocq fue un personaje deslumbrante. En España lo recordamos por la película que rodó Pitof, donde Gérard Depardieu recreaba a este peculiar criminal reconvertido en policía. Pero ese largometraje no guarda mucha relación con la historia real. De hecho, el Vidcoq de aquel filme era poco menos que un superhéroe.
El Vidocq real tampoco era manco. Espadachín, mujeriego y bebedor, ladronzuelo, fugitivo de la justicia, carterista, maestro en fugas…, y, más tarde, hombre al servicio de la policía. En sus memorias suceden tantas cosas, se hilan tantas anécdotas, que parece una película de acción y aventuras trasladada al papel. No exagero si digo que cada dos líneas pasa algo: un lance, una evasión, un ardid, una pelea, una persecución, una huida… Lo más interesante es, por tanto, el personaje en sí. Porque inspiró a numerosos escritores para recrear a sus personajes novelescos; así, según nos cuentan en esta edición: Alexandre Dumas, Honoré de Balzac, Victor Hugo, Arthur Conan Doyle… David Cauquil, traductor del texto, afirma en el posfacio: Aunque difícilmente se pueda considerar a Vidocq como un gran escritor, su aportación a la literatura y a las artes en general, de manera directa o indirecta, es innegable. Incluso, según se desprende del texto de Cauquil, Vidocq no renunció a los “negros literarios” para que le echaran una mano. El valor de este volumen no está, por tanto, en la prosa, sino en el personaje y en la validez de los hechos que reconstruye.
[Traducción de David Cauquil]