INÚTIL
El problema no es soñar
–le dije–,
el problema es
el tamaño de los sueños;
los pequeños
no sólo no le hacen daño a nadie,
sino que ayudan a vivir.
Pero fue inútil,
ni siquiera me oía,
estaba como en trance,
a miles de kilómetros de allí,
con los ojos clavados
a mi espalda,
en un póster de Brad Pitt.
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ESTAS COSAS SIEMPRE SUCEDEN DE REPENTE
No pasa nada. Ella está
en un expreso con dirección
a Barcelona, y yo aquí, en mi
mesa de trabajo, escribiendo
estos versos. Hace apenas dos
horas que se ha ido. Mañana
charlaremos por teléfono.
Sobre la tele, su espléndida
sonrisa. No pasa nada, como
digo. Y, de repente, no sé
qué hacer con tanta soledad.