Tomas Alfredson (director de la primera versión de Déjame entrar) adapta la novela de John Le Carré con sobriedad, clasicismo y un tempo lento. Con un reparto extraordinario (al que sólo cabría reprochar la poca entidad que le confieren a Ciarán Hinds) al frente del que está Gary Oldman, con un físico adaptado al espía George Smiley en su declive corporal, Alfredson aboga por una película cuyo desarrollo está a años luz de 007, de Jason Bourne o de Ethan Hunt. Fiel a la novela, el director va desplegando despacio las piezas sobre el tablero de ajedrez, y a ello ayuda la interpretación contenida de Oldman, que ha entendido perfectamente la soledad del metódico Smiley. En algunos tramos, sin embargo, el espectador se aburre un poco. Ése es su único defecto. Abajo os dejo con las "fichas" de cada personaje.
Hace 15 horas