martes, diciembre 13, 2011

Carcelona, de Marc Caellas



La vibrante escena cultural de la ciudad en los años setenta terminó con la «modélica» Transi­ción. Como bien ha ido contándonos Guillem Martínez en sus libros y en su imprescindible blog, la cultura de la transición fue la manera que encontró la izquierda para secuestrar a la cultura. La cultura en Carcelona se convirtió en un depar­tamento del Ayuntamiento cuya principal misión era detectar cualquier atisbo de rebeldía para, una vez localizado, seducirlo y comprarlo, asumién­dolo como propio, convirtiendo a los agitadores, a los innovadores, a los provocadores en pseudo­funcionarios anestesiados con un buen sueldo a fin de mes.