Hemos tenido que esperar a que Roman Polanski rodara una película sobre esta obra de teatro para que alguien, en este caso Alba Editorial, publicara el texto original. Se trata de una historia que me interesaba mucho, pues en la infancia fui testigo de un episodio parecido. Primero os cuento el argumento: un niño de 11 años pega a otro; los padres de ambos se reúnen para solucionar el conflicto de manera pacífica; la charla acaba en enfrentamiento a varias bandas. Y ahora os cuento lo que yo viví, muy resumido: en el colegio, mi hermano pegó a un alumno; sus padres se reunieron para hablar con los míos a la salida de ese colegio; los hombres casi se pegan.
De modo que lo que plantea Yasmina Reza en esta obra absorbente, repleta de tensión, es universal: dos críos se pelean, o uno agrede al otro, y entonces los padres y las madres tratan de arreglarlo, y al final lo estropean porque el hombre lleva dentro un semillero de violencia o, como dice uno de los personajes, estamos gobernados por un dios salvaje (aunque yo no creo en dioses, la frase me gusta). Lo que impera en muchos casos es la ley de la selva. Y ése es uno de los temas que plantea la autora. Ya en la obra Arte uno de los personajes pronunciaba una frase vital para el teatro: Tú has creado las condiciones del conflicto. En el teatro que me gusta siempre hay un conflicto. A partir de ahí, todo se desborda, todo se embarulla y todo se desmorona. Lo más interesante de Un dios salvaje, además de los dardos que se lanzan los protagonistas y de cómo Reza los retrata sin apenas acotaciones, es el cruce de trifulcas entre ellos. Los personajes son Michel & Veronique y Alain & Annette. Pues cada matrimonio discute entre sí, y discute con el otro, y entre las dos parejas se multiplican las acusaciones. La autora se aparta de lo políticamente correcto para ofrecernos sentencias que a veces duelen. Un fragmento:
ANNETTE: Si tú no sientes remordimientos, ¿por qué pretendes que nuestro hijo los sienta?
MICHEL: Voy a seros sincero, estoy hasta los mismísimos de todas estas disquisiciones estúpidas. Hemos querido ser simpáticos con vosotros, hemos comprado flores, mi mujer me ha presentado como un tipo abierto, progresista… pero la verdad es que tengo muy poco control sobre mí mismo, soy un auténtico visceral.
ALAIN: Todos lo somos.
VERONIQUE: No, no. Lo siento, no todos somos viscerales.
ALAIN: Vale. Tú, no.
MICHEL: Claro que no, darling, tú no, tú eres una mujer que se encuentra en lo más alto de la escala evolutiva, tú no te permites ni un solo desliz.
VERONIQUE: ¿Por qué me agredes?
MICHEL: No te agredo. Al contrario.
VERONIQUE: Sí, me agredes. Y tú lo sabes.
[Traducción de Jordi Galcerán]