Siguiendo la senda trazada en Traffic (un mosaico de historias con personajes que se cruzan), la nueva película de Steven Soderbergh, sin efectos especiales ni escenas de catástrofes, examina las consecuencias de un contagio mundial: el origen que los responsables de la OMS analizan mediante las grabaciones de las cámaras (como si fueran detectives tras una pista crucial), los secretos sobre la enfermedad (que se propagan a la misma velocidad que el propio virus), el pánico que se desata y el caos posterior (asaltos a supermercados y patrullas de bandidos sin ley ni escrúpulos), el contagio de los rumores (que propaga en su bitácora un blogger y periodista freelance al que encarna Jude Law y que se extiende a las redes sociales y a la televisión), las familias machadas por la enfermedad (padres e hijos que se van perdiendo por el camino), las personas que son inmunes (algo que me recuerda al Ensayo sobre la ceguera), la ocultación de la verdad ante las cámaras (de parte de políticos, medios y expertos en sanidad)…
A ello contribuyen un reparto coral y sólido, un montaje que alterna varias situaciones y tramas paralelas y la estupenda música de Cliff Martinez, con homenaje deliberado a 1997: Rescate en Nueva York de John Carpenter. Y un apunte: la película comienza el día 2 de la propagación del virus… y sólo en la última secuencia el director nos muestra el día 1, es decir, el origen de la enfermedad, en un breve flashback, lo cual, a mi juicio, supone un broche magistral a la película.