lunes, julio 25, 2011

Libros de sangre. I, de Clive Barker


Los Libros de sangre de Clive Barker son una de esas cuentas pendientes que uno va aplazando y aplazando. He decidido leer los cuatro tomos este verano y de ellos iré dando cuenta por aquí, poco a poco. De Barker ya había leído un par de novelas y visto algunas de sus películas. Lo suyo, me parece a mí, no es tanto el horror como el ámbito de lo macabro: descuartizamientos, torturas, mutaciones… Su literatura (y su cine) se centra en la carne, lo que lo conecta con David Cronenberg: la carne mancillada, golpeada, triturada… Este primer volumen recoge nueve relatos, entre los que destacan “El tren nocturno de la carne” (con un asesino que actúa en vagones del metro), “Terror” (los experimentos de un tipo para extraer los miedos de sus víctimas) y “Jacqueline Ess: últimas voluntades y testamento” (en el que una mujer, sólo mediante su pensamiento, es capaz de moldear la carne de los demás para transformarlos en aberrantes criaturas, como si fueran muñecos de plastilina). Un fragmento:

No hay mayor placer que el terror. Si fuera posible sentarse, invisible, entre dos personas en cualquier tren, en cualquier sala de espera u oficina, la conversación que escucharíamos derivaría inevitablemente, una y otra vez, hacia ese tema. Obviamente el debate parecería tratar de algo completamente distinto; el estado de la nación, una conversación superficial sobre las muertes en la carretera, el aumento del precio del cuidado dental; pero si desnudamos la metáfora, la indirecta, encontraremos el terror acurrucado en el corazón del discurso. Mientras que la naturaleza de Dios o la posibilidad de la vida eterna no se cuestionan, somos felices hurgando en los detalles de la miseria. El síndrome no conoce fronteras; tanto en balnearios como en aulas universitarias se repite el mismo ritual. Con la inevitabilidad de una lengua que vuelve a recorrer un diente dolorido, regresamos una y otra vez a nuestros miedos, nos sentamos a hablar de ellos con el entusiasmo de un hombre hambriento ante un plato caliente y rebosante.


[Traducción de Pilar Ramírez Tello]