Los editores de Sajalín nos descubren al escritor vienés Friedrich Torberg (1908 – 1979), quien recibió el apoyo de Max Brod en los años 30. Este volumen reúne dos magníficos relatos largos (o dos novelas breves, según se mire): Mía es la venganza, o el maltrato físico y psicológico al que un comandante nazi somete a cada prisionero judío del campo de concentración de Heidenburg antes de asesinarlos o de empujarlos al suicidio; y El regreso del Golem, narración ambientada en el barrio judío de Praga, que conocí hace un par de años. El fragmento que reproduzco a continuación pertenece a la primera historia:
-Bien –dijo–. ¿Cómo quiere morir?
Lo sé: no debería haberme sorprendido oír eso. Pero ahí, justa y precisamente ahí, se demostró la táctica de Wagenseil. Porque después de aquella noche en la que, durmiendo y despertando, había vuelto a acostumbrarse a la vida; después de esa noche, me confrontaban de repente con la muerte de una manera tan natural y dando por hecho que solo se trataba del “cómo”, y eso acabó conmigo. Me fallaron las rodillas, empecé a temblar y a tambalearme, y caí redondo.
Wagenseil esperó sin moverse a que hubiera vuelto a levantarme.
-¿Y bien? –preguntó entonces.
Cogí aire y mi voz sonó asombrosamente firme:
-Me gustaría morir en el barracón de los judíos.
Wagenseil me miró sorprendido, luego meneó la cabeza como si no diera crédito a sus oídos, y en su rostro incluso apareció un amago de sonrisa: una sonrisa indulgente, como las que se prodigan a los niños pequeños o a los retrasados.
-No me ha entendido bien –dijo–. No le he preguntado dónde quiere morir, sino cómo. Eso significa que si quiere morir de un tiro o ahorcado. ¿Y bien?
[Traducción de Lidia Álvarez Grifoll]