Tuve un fin de semana completo en Zamora. Y ahora, por supuesto, toca pagar con el cansancio, rendir cuentas por los festejos. El viernes acudí a la presentación de `Cuento kilómetros´, el libro de Mario Crespo publicado por Eutelequia. Fue una de las presentaciones más dignas y divertidas que he visto. La sala estaba llena. Había muchas caras conocidas: amigos, familiares, padres y madres de amigos… En la mesa, a los mandos, el propio Mario junto al escritor David Refoyo y la editora Clea Moreno. Ella hizo una introducción cariñosa y no exenta de ese humor que descoloca. Clea dice las cosas de una forma tan seria que uno tarda en comprender la naturaleza de la broma. David hizo un análisis certero y emotivo. Es uno de los grandes maestros de ceremonias con que contamos en la ciudad. A Mario, tras un día agotador, se le extraviaron los papeles donde había anotado lo que iba a contarnos. Así que se las arregló haciendo un salto mortal: un discurso entre la memoria y la improvisación. Proyectaron un breve trailer del libro. Conectaron con Facebook para que los lectores le hiciesen preguntas y las respondiera en directo. El broche fue la participación de varios amigos de la infancia de Mario: salieron a leer fragmentos escogidos del libro y hablaron de lo que había significado para ellos. Aportaron un toque de frescura que suele echarse de menos en las presentaciones al uso, por lo general muy formales y académicas.
Uno de los aspectos que más me gustaron de `Cuento kilómetros´ es la recreación del personaje a través de varias voces narrativas. En sus páginas vemos cómo Mario se ve a sí mismo desde fuera y reciclado en un personaje de ficción con conexiones con la realidad, y vemos cómo cree él que lo ven sus amigos y su novia, y cómo es él mismo. Todo eso aparece y se resume en estos relatos sobre diez años de viajes. Sé que algunos lectores tienen curiosidad por saber cuánto hay de realidad y cuánto de ficción. Yo creo que da lo mismo porque lo que queda, al final, es el poso de la literatura. En cuanto uno recuerda, deforma, y si deforma y decora con palabras lo que está creando es un texto literario. La gran sorpresa, quizá, la constituyan las narraciones del personaje de María Gómez, pues refleja cariño y una gran sensibilidad. Los otros son narradores más duros. Al término del evento estuve charlando con Asunción Almuiña y me dijo algo que me gustó mucho: “Los zamoranos siempre me llenáis la sala”. Se refería a la sala de actos de la Biblioteca Pública, donde se presentó el libro. Este sábado, por cierto, presentaremos varios títulos en la Casa de las Conchas, en Salamanca. No es lo mismo que jugar en casa y yo hace años que no visito la ciudad, pero será agradable volver al sitio donde estudié la carrera.
El sábado lo pasé de boda. La boda de un amigo de siempre con una amiga reciente. El cocktail, el convite y el baile se ofrecieron en el Hotel NH Palacio del Duero. Me han invitado ya a varios enlaces celebrados allí. Y lo cierto es que me parece un lugar ideal. Por el trato cálido de su director, por la calidad del menú y por el espacio de la parte inferior, donde luego se celebran los bailes tras la comida o la cena y los invitados se beben las copas como si fueran vasos de agua. De modo que asocio el NH a momentos muy felices de mi vida. Lo cierto es que necesitaba esa juerga, tras el tiempo de las tempestades y las tragedias personales que hemos sufrido. Necesitaba el reencuentro, el festejo y la diversión. Lo duro fue el regreso: al día siguiente, en el tren y con una resaca de espanto.