domingo, mayo 22, 2011

Quiero deciros algo

Pasan lentos los días
y muchas veces estuvimos solos.
Pero luego hay momentos felices
para dejarse ser en amistad.
Jaime Gil de Biedma


Tarde, tarde, muy tarde: de golpe se ha hecho tarde.
Se ha hecho tarde muy pronto; muy tarde en un suspiro.
Tarde para un abrazo, tarde para un susurro,
tarde para tu espalda, para mi sueño, tarde.

Tarde, tarde, muy tarde: de golpe se ha hecho tarde.
Ya no habrá más océanos, ni salitres ni rocas
ni altas olas ni huellas en blanquísima arena.
Ni siquiera habrá rastros de arena en el reloj.

De golpe se ha hecho tarde para mí, y para todo:
para pensar mañanas, para gozar mañanas,
para besar mañanas, para vivir mañanas,
para llorar mañanas. Para mañana. Es tarde.

Se ha hecho tarde, muy tarde; tan tarde que da miedo.
Atrás quedó el anhelo de cuanto fue vivido;
atrás los enemigos y los amigos viejos
atrás, todas las lágrimas. Ruinas sin gloria, atrás.

De repente, un trallazo. Una tarde cualquiera
te haces viejo de golpe y te invade el cansancio.
Ese momento llega de forma inexorable:
nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Una tarde cualquiera se hace tarde de pronto:
a mí se me ha hecho tarde precisamente ahora,
cuando ya tengo canas y los hombros vencidos
por la pesada carga de lo que pudo ser.

Pero nunca rendirse. Sigo vivo y ya es mucho.
Habrá que acostumbrarse a vivir cada instante
como si fuera el último, con rabia, con la fuerza
que da el último aliento. Seguir hacia adelante.


José Luis Zúñiga, ya veo la bala en mi cabeza