Una de las películas estrenadas el pasado viernes, `The Company Men´ (no sé si habrá llegado ya a las carteleras zamoranas, espero que sí), es un reflejo exacto de los tiempos que corren, de lo que hemos vivido y estamos viviendo. Tiempos de paro, de crisis, de despidos, de hombres de entre treinta y tantos y sesenta y tantos a la búsqueda de otro empleo, yendo por ahí con la cabeza gacha y el currículum bajo el brazo. Aunque el filme transcurre en Estados Unidos, en concreto en Boston, el modelo es aplicable a las sociedades occidentales. El director nos muestra el devenir de tres empleados de una misma empresa: Bobby (Ben Affleck), un tipo de 37 años; Phil (Chris Cooper), con 60 recién cumplidos; y Gene (Tommy Lee Jones), de 65 tacos. Cada uno de ellos situado (dependiendo de su edad) en un escalafón diferente de la compañía. El primero al que despiden es el que está más abajo, el que tiene un cargo menor: Bobby. No tardará en llegar la patada para Phil y, apenas unas horas después, el mismo papel para Gene. Las consecuencias de la crisis económica: los de abajo caen primero.
La película analiza cómo cada uno de estos nuevos desempleados afronta su situación: depresiones, reubicación, entrevistas de trabajo a pesar de tener el pelo lleno de canas, mentiras a los vecinos y familiares para que no sepan de su despido, discusiones de pareja, pérdida de credibilidad y autoestima… Como oficinistas de una compañía que maneja miles de millones de dólares, esos tres trabajadores habían alcanzado un estatus acorde con el resto de sus colegas de empresa, y un elevado nivel de vida al que deben ir renunciando poco a poco, cuando por fin asumen que ya no va a ser tan fácil encontrar otro puesto. La nueva política empresarial busca gente más joven y gente dispuesta a trabajar muchas horas por apenas un puñado de dólares. Cada uno de estos personajes afrontará el despido de una manera distinta. Phil opta por la rabia y por emborracharse en los bares. Gene se descubre inmovilizado, deprimido, incapaz de tomar decisiones. Bobby recorre agencias y envía currículos hasta que las deudas lo ahogan y acepta ayudar en una obra a su cuñado, al que odia, y con quien mantiene esa rivalidad laboral entre quienes trabajan con corbata e informes y quienes trabajan con yeso y ladrillos. En muchas de las secuencias de `The Company Men’ uno casi se deprime. Y no se deprime del todo porque, en realidad, el espectador conoce el paño, lo que está viendo en la pantalla es lo que sucede ahí fuera, en la calle, en las viviendas y en las empresas. Tipos desesperados, rotos en mil pedazos, suplicando un contrato tras haber caído desde lo más alto a lo más bajo. El director, John Wells, no se reprime en sus dardos: también vemos cómo el presidente de la empresa gana cada año más millones mientras el número de despidos aumenta (requerimiento necesario para que los peces gordos sigan subiéndose el sueldo y la empresa nunca pierda).
Aunque a Wells se le nota, en la realización un tanto plana y sin alardes, que procede de la tele, donde ha producido, escrito y dirigido varias series de éxito, sus mejores bazas están en el guión (se trata de una película de personajes, de diálogos, sin efectos especiales) y, sobre todo, en su sólido reparto. Affleck, Maria Bello y Kevin Costner cumplen correctamente con su cometido. Pero son los extraordinarios Chris Cooper y Tommy Lee Jones quienes, otra vez, ofrecen una lección sobre el arte de interpretar. Sólo por esa secuencia, en la que el primero está borracho y desesperado en un bar y el segundo trata de consolarlo, merece la pena ir al cine.