martes, mayo 17, 2011

La enfermedad del lado izquierdo, de Esteban Gutiérrez Gómez




10. LAS LEYES FUNDAMENTALES

Ella dijo, días después de la boda, que iba a tener dos hijos; uno en diciembre del año siguiente y otro, casi seguido, catorce meses después. Me quedé helado. Nunca habíamos hablado de ello. También dijo que se acabó fumar en la habitación (yo por entonces era un vicioso del tabaco), poner los pies con los zapatos de calle sobre las alfombras, tomar cañas con los amigos después del trabajo y, lo más importante, practicar sexo entre semana. Me mostró un calendario pintarrajeado en el que quedaban señalados los coitos anuales a los que tenía derecho, once en total. Siguió dictando reglas que tenía perfectamente escritas en un cuaderno de hule azul, y yo pensaba en qué era lo que había pasado, en que aquella mujer no era la misma que se sofocaba cada tarde en la parte de atrás del seiscientos susurrando placeres asquerosos sobre sus pretensiones autoritarias. Ojeé el cuaderno y lo cerré en el instante en que vi las horas marcadas para la ducha y las veces que me tenía que afeitar por semana. Ella lo llamaba las Leyes Fundamentales, los Pilares de la Tierra, la Constitución Familiar. También fue entonces cuando me hice insumiso legislativo y me dediqué, fundamentalmente, a encontrar los resquicios que hiciesen de mi vida algo digno de vivir.