miércoles, diciembre 15, 2010

En mitad de la noche un canto, de Jirí Kratochvil


Vengo ahora mismo de la presentación a la prensa de esta novela. Como me gusta hacer los deberes, leí el libro unos días antes. Jirí Kratochvil, autor checo nacido en 1940, estaba presente y bien flanqueado por dos mujeres guapas: Patricia Gonzalo, su traductora, e Iveta Gonzálezová, miembro del Centro Checo de Madrid. Kratochvil empezó a escribir ficción en los 80, pero hasta después de la llamada Revolución de Terciopelo no pudo publicar de manera oficial (sólo mediante publicaciones clandestinas).

El principio de su libro engancha y es deslumbrante: Fui concebido bajo un firmamento iluminado por proyectiles y con la tos asfixiante de los lanzacohetes katiusha como ruido de fondo, y nací poco antes de la Navidad de aquel año que sería el último de la guerra y el primero de la paz. Y en la siguiente página se narra la concepción de ese personaje, fragmento que por sí solo podría ser un relato aislado: su madre fue violada por una cuadrilla de soldados (experiencia real que un hombre le contó al autor, como reconoció Kratochvil durante la presentación: la madre de aquel hombre fue violada por soldados soviéticos al invadir Chequia); la peculiaridad de ese relato es que está contado con un humor negro magistral, y ese humor negro sirve de colchón para amortiguar los pasajes llenos de las atrocidades de los totalitarismos que enmarcan históricamente al libro. El narrador cree (así lo imagina) que su auténtico padre fue el violador número 16. El humor sirve de protección para los traumas.

En la novela hay dos voces narrativas: las de dos personajes cuyas historias confluyen al final, dos muchachos en busca de padre (el de uno es el soldado desconocido; el de otro, un hombre que emigró sin dejar pistas). Una de las narraciones es más fantasiosa, con toques de realismo mágico (Kratochvil reconoció esta mañana su deuda con Borges, García Márquez y Cortázar, entre otros); la otra resulta más dura, con recuento de registros policiales, interrogatorios, enfermedades y recuerdos de la guerra. Ambas historias retratan los años que van desde mediados de los 40 hasta los 80, lo que significa que retratan el nazismo, el comunismo, la Primavera de Praga… Pese a sus connotaciones políticas, Kratochvil dijo esta mañana que, al servicio de la política, debe estar un buen periodismo y una buena ensayística, pero no la literatura, que debe centrarse en el hombre, en las experiencias individuales, y no en la sociedad.

Tras la rueda de prensa en Tipos Infames (librería-cafetería muy recomendable, en Malasaña), le pedí al autor, por intercesión del editor y la traductora, que me firmara mi ejemplar. Me pareció un hombre bondadoso, muy agradable. Esta tarde presentan al público la novela, en La Buena Vida: os aconsejo acudir, no todos los días tenemos a un prestigioso escritor checo en Madrid. Enrique Redel, editor de Impedimenta, dijo que publicará un libro de Kratochvil cada año: eso espero, y también espero que publique su ensayo Posmodernidad, amor mío.


[Traducción de Patricia Gonzalo de Jesús]