martes, noviembre 09, 2010

Pic, de Jack Kerouac


En Ediciones Escalera se han propuesto recuperar la obra narrativa de Jack Kerouac, uno de mis escritores de cabecera. Pic, publicada póstumamente, es un cambio de registro en el estilo, aunque no en el fondo. El narrador es Pictorial Review Jackson, alias Pic, un niño negro de 10 años que da tumbos por el mundo junto a su hermano. De modo que los protagonistas están en ruta y en perpetuo movimiento, como lo estuvieron Kerouac y Cassady. Del sur al norte y del este al oeste. Se puede leer como una especie de cuento juvenil, una de esas narraciones de aprendizaje. La prosa, muy bien traducida por Daniel Ortiz, depara una lectura placentera, como siempre en Kerouac. Y además muchos de los pasajes narrados son autobiográficos; lo he descubierto leyendo una reseña de Antonio Bordón. Dice: “Sí, Jack Kerouac ha vuelto, sólo que ahora se llama Pic y es negro”. Un fragmento:

Hacía frío allí a la intemperie, pero nos sentíamos tan a gusto como si estuviéramos en casa. A cada rato me asaltaba la preocupación de no encontrar una cama ni un hogar cuando llegáramos a Californy, tenía miedo por Sheila, miedo a enfermar por el camino, a cansarme más de lo que ya estaba, miedo de llegar a lugares más oscuros y peligrosos, pero allí estaba Slim para hacerme olvidar el camino y las preocupaciones aún por venir. “Ésta es la única manera de vivir” decía, “basta con no morir. Yeeppa, ha habido ocasiones en las que hubiera querido morir, pero estoy decidido a aguantar lo más posible, ahora que estoy contigo y quiero estarlo mucho tiempo. Dios mío, ni siquiera me asusta este frío en los pies, mientras pueda seguir caminando con ellos. Señor, ya sé que me lanzaste al mundo sin dieron pero a cambio me concediste el derecho a quejarme. ¡Yuju! Quejarme levantando la mano izquierda pues de tanto hacerlo la derecha se me acabará cayendo. Aunque al fin y al cabo tengo un bebé en camino, sólo habrá que esperar un poco más, luego ver qué nos depara Californy esta vez y arriesgar, arriesgar como ahora mismo y mirar hacia adentro y a mi alrededor y seguir jugándomela aquí, allá, hasta hallar el modo correcto, cuidar de ti, chico, oh Señor”. Slim se pasaba el día hablándole así a Dios. Llegamos a conocernos bien y siempre podíamos hablar de cualquier cosa, el otro en cambio sólo escuchaba.


[Traducción de Daniel Ortiz]