Por fin se publica en España otro libro de la rompedora Lydia Lunch. Se trata de la traducción del volumen de textos misceláneos titulado Will Work for Drugs. Un auténtico puñetazo al estómago, un rotundo ejemplo de literatura provocadora que sigue la senda tortuosa de Hubert Selby. Lunch reúne relatos, vomitonas ensayísticas y autobiográficas y cuatro entrevistas (tres de ellas las mantiene con el citado Hubert Selby, el grandísimo autor de La habitación, Réquiem por un sueño y Última salida para Brooklyn; con Jerry Stahl, del que en España sólo se conoce Yo, Fatty, y del que inexplicablemente no se ha traducido aquí su Permanent Midnight, según tengo entendido unas memorias turbadoras e imprescindibles; y con Nick Tosches, otro provocador cuyo libro más célebre, El manuscrito de Dante, sí está publicado aquí y hoy mismo iré a comprarlo).
Lydia Lunch, que vive actualmente en Barcelona, en este libro toca temas como la maternidad, los malos tratos de su padre y su madre, el abuso sexual cuando ella sólo era un adolescente, sus relaciones con canallas de muy baja estofa, la guerra, el insomnio o las religiones. Una obra dura, sin ninguna concesión al lector, una obra de pegada fuerte. En el mundo visceral, sin duda Lydia Lunch es la reina absoluta del momento. Leamos unos fragmentos:
Mi padre, decrépita fosa séptica de iniquidad, filtro de perversión y lascivia, payaso psicótico de insidiosos rituales sádicos que corrompieron para siempre cada una de sus células empapadas de cáncer, y le marcaron los dedos y la lengua con una aureola dorada de nicotina que parecía crecer y expandirse con cada cigarrillo sin filtro que sorbía en su eterna renuncia a la vida, en su diaria masacre de cualquier resto de humanidad que pudiera quedar en mí después de que mi alma fuera repetidamente profanada por las transacciones de alcoba de mi madre.
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La guerra es tan vieja como Dios mismo. Y la guerra no se acaba. La guerra nunca termina. La guerra no es más que una orgía de sangre y vísceras planeada y dirigida por viejos verdes atiborrados de testosterona, que sólo encuentran satisfacción follándose el planeta entero. ¡Ésta es la VERDADERA PORNOGRAFÍA! Una escandalosa pelea de gallos con cowboys exaltados que retarán a duelo al insensato que se resista al advenimiento de su mentalidad de competición de rodeo.
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¿Son imaginaciones mías, o corríamos mucho menos peligro cuando al líder de los llamados países libres le hacían mamadas en la Casa Blanca? ¿No es mejor liberar un poco de tensión en la cara de una víctima complaciente, que descargar toda la agresividad y toda la frustración sexual en países de medio mundo, con flagrantes mentiras de libertad y democracia, con mal disimulados propósitos de sacar jugo a la tierra mientras seguimos haciendo cola en estaciones de servicio Exxon, sosteniendo una manguera de gasolina, gran verga fofa que pagamos poniendo el culo en una perpetua sodomía?
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Si no estáis preparados para morir en cualquier momento, cualquier día, no estáis viviendo de verdad.
[Traducción de Marc Viaplana]