Esta novela, disparatada y plagada de humor e inventiva, puede leerse como un tebeo con toques surrealistas. No un tebeo de superhéroes, sino de los de la etapa más gloriosa de Bruguera. La ilustración de portada, con una pareja bailando, resume de manera adecuada las intenciones del libro, a ritmo de swing y locura. Un ejemplo:
La llegada de la noche parecía acentuar el frenesí de los modernillos, ahítos de coñac. Algunas parejas, chorreantes de sudor, recorrían quilómetros en marcha atlética, tomándose, soltándose, proyectándose, atrapándose de nuevo, volteándose, desvolteándose, jugando al saltamontes, al pato, a la jirafa, a la chinche, al jerbo, a la rata de cloaca, al tócame-aquí, al aguántame-eso, al quita-el-pie-de-ahí, al levanta-el-trasero, al espabila-esas-piernas, al ven-más-cerca, al vete-más-lejos, soltando tacos ingleses, americanos, negros, hotentotes, hotelevantes, búlgaros, patagones, tierradefueguinos, et khoetera. Todos tenían el pelo rizado, todos llevaban calcetines blancos y pantalones estrechos por abajo, todos fumaban tabaco rubio.
[Traducción de Lluís Maria Todó]