Crazy Heart es una de esas películas enteramente construidas alrededor de un personaje y, sobre todo, del actor que lo interpreta. Una película que, sin ese apoyo interpretativo, se caería, no tendría su razón de ser. A Jeff Bridges le han dado por fin el Oscar por este papel, pero Jeff Bridges siempre ha estado perfecto y podría haberlo ganado por un montón de filmes: La última película, Texasville, Secuestrada, Corazón roto, Tucker, Sin miedo a la vida, El gran Lebowski, El rey pescador, Los fabulosos Baker Boys, A la mañana siguiente… Se lo han negado tantas veces por tantos papelones que hace un año o dos pensé que jamás lo ganaría. En Crazy Heart interpreta a un hombre en declive: un cantante alcoholizado, con algo de sobrepeso, que toca en pequeños garitos y tiene que vender sus canciones para que las cante el joven del que fue mentor (un cameo de Colin Farrell). Bad Blake es una versión sin humor de Lebowski. Se trata de un hombre que aún conserva su dignidad, y al que Bridges dota de una dimensión excepcional. La clase de tipo que, a pesar de su decadencia, aún enamora a las mujeres y es admirado por los hombres. Jeff Bridges, una vez más, lo borda. Pero esto no es nuevo.
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