UNO. La otra tarde conversaba con un amigo ajeno al mundo literario. Me preguntó por mis proyectos. Le hablé de los libros que estoy publicando, de las antologías en las que sigo apareciendo, de las revistas en las que participo, de un concurso de relatos del que soy jurado… Y me dijo: Te estarás embolsando una buena pasta. Mi respuesta fue: Ojalá, pero lo cierto es que no gano nada. Cero. Le hablé de los casos de otras personas que están en mi situación. Flipó: No lo entiendo. Todo trabajo lleva tiempo, y el tiempo vale dinero, y deberían pagaros por cada cosa que escribís. Le respondí: Pues incluso alguna gente me ha dado caña por defender esa idea.
DOS. He visto que Velpister, a quien no conozco (ambos nos tenemos linkados, eso sí), ha sacado el tema para defender mi postura. Cuenta varios ejemplos de su trayectoria artística, que le he llevado no sólo a no ganar dinero, sino a palmar pelas. Me conozco el paño. Se puede leer el post: aquí.
TRES. Andrés Ibáñez escribió un esclarecedor y reivindicativo artículo en el suplemento ABCD de la semana pasada. Tocaba el mismo tema, reclamando que fuera el Estado quien pagara a los escritores, pues ya subvenciona editoriales, museos, orquestas y demás historias del ámbito cultural. Entre otras cosas, decía esto: El tema es el siguiente: si desaparecen los libros y la cultura comienza a distribuirse por vías digitales, ¿quién va a pagar a los creadores por su trabajo? Dejando aparte numerosos flecos de este tema, e incontables consideraciones (que todo el mundo está preocupadísimo por los «creadores» cuando los creadores son en realidad los que menos cobran en el proceso de la transmisión cultural y artística; que muchos creadores, como los novelistas, por ejemplo, pueden pasarse muchos años trabajando sin cobrar ni un euro, etc.), me gustaría contestar a esa pregunta que dejé en el aire. Se puede leer completo: aquí.
CUATRO. Dado que la iniciativa de David González ha acarreado mucha polémica, conviene, primero, documentarse un poco antes de criticar. Su idea no es nueva, tampoco obliga a nadie a pagar; a quien no le interese, que lea otras bitácoras. Yo no voy a hacer de éste un blog de pago, pero entiendo su postura. Son demasiadas horas al día colgando carteles de eventos literarios de otras personas, contestando cientos de mails, publicitando poemarios y novelas de terceros y, sobre todo (y esto nadie lo menciona), preparando antologías donde, las más de las veces, D. G. incluye el trabajo poético de autores primerizos o poco conocidos; son demasiadas horas al día, digo, como para que el único pago final sea, en ocasiones, el desprecio. Conozco casos de personas a las que él ha apoyado y abierto puertas; personas que, hoy, le dan la espalda, que no se acuerdan o no quieren acordarse de quién les ayudó a subir el primer peldaño. En esta página, por cierto, tratan el tema, en relación con USA, donde siempre toman la delantera; el comienzo es así: Ya hace unos meses se barajó la posibilidad en Estados Unidos de que algunos de los grandes Blogs comenzarán a ofrecer sus contenidos previo pago, y algún diario Español se encuentra a la espera de ver como resulta la iniciativa para ponerlo en practica en nuestro país, un ejemplo más de que nuestra actitud suele ser expectante y no de tomar la iniciativa. Más: aquí.
CINCO. David Lynch es propietario, desde hace muchos años, de una web en la que ofrece algunos de sus trabajos. Una web de pago. 99 dólares al año. Unos 70 euros, más o menos. Y nadie, que yo sepa, se ha rasgado las vestiduras. No ha sido un escándalo. Compruébalo: aquí.
DOS. He visto que Velpister, a quien no conozco (ambos nos tenemos linkados, eso sí), ha sacado el tema para defender mi postura. Cuenta varios ejemplos de su trayectoria artística, que le he llevado no sólo a no ganar dinero, sino a palmar pelas. Me conozco el paño. Se puede leer el post: aquí.
TRES. Andrés Ibáñez escribió un esclarecedor y reivindicativo artículo en el suplemento ABCD de la semana pasada. Tocaba el mismo tema, reclamando que fuera el Estado quien pagara a los escritores, pues ya subvenciona editoriales, museos, orquestas y demás historias del ámbito cultural. Entre otras cosas, decía esto: El tema es el siguiente: si desaparecen los libros y la cultura comienza a distribuirse por vías digitales, ¿quién va a pagar a los creadores por su trabajo? Dejando aparte numerosos flecos de este tema, e incontables consideraciones (que todo el mundo está preocupadísimo por los «creadores» cuando los creadores son en realidad los que menos cobran en el proceso de la transmisión cultural y artística; que muchos creadores, como los novelistas, por ejemplo, pueden pasarse muchos años trabajando sin cobrar ni un euro, etc.), me gustaría contestar a esa pregunta que dejé en el aire. Se puede leer completo: aquí.
CUATRO. Dado que la iniciativa de David González ha acarreado mucha polémica, conviene, primero, documentarse un poco antes de criticar. Su idea no es nueva, tampoco obliga a nadie a pagar; a quien no le interese, que lea otras bitácoras. Yo no voy a hacer de éste un blog de pago, pero entiendo su postura. Son demasiadas horas al día colgando carteles de eventos literarios de otras personas, contestando cientos de mails, publicitando poemarios y novelas de terceros y, sobre todo (y esto nadie lo menciona), preparando antologías donde, las más de las veces, D. G. incluye el trabajo poético de autores primerizos o poco conocidos; son demasiadas horas al día, digo, como para que el único pago final sea, en ocasiones, el desprecio. Conozco casos de personas a las que él ha apoyado y abierto puertas; personas que, hoy, le dan la espalda, que no se acuerdan o no quieren acordarse de quién les ayudó a subir el primer peldaño. En esta página, por cierto, tratan el tema, en relación con USA, donde siempre toman la delantera; el comienzo es así: Ya hace unos meses se barajó la posibilidad en Estados Unidos de que algunos de los grandes Blogs comenzarán a ofrecer sus contenidos previo pago, y algún diario Español se encuentra a la espera de ver como resulta la iniciativa para ponerlo en practica en nuestro país, un ejemplo más de que nuestra actitud suele ser expectante y no de tomar la iniciativa. Más: aquí.
CINCO. David Lynch es propietario, desde hace muchos años, de una web en la que ofrece algunos de sus trabajos. Una web de pago. 99 dólares al año. Unos 70 euros, más o menos. Y nadie, que yo sepa, se ha rasgado las vestiduras. No ha sido un escándalo. Compruébalo: aquí.