Dado que me muevo a menudo por el centro de la ciudad, siempre me acabo encontrando a amigos y viendo de refilón a algunos famosos. Unos días atrás, en El Corte Inglés, curioseando las ofertas de películas en dvd, vi a Miguel Ángel Silvestre. Iba con gorra, pero las gorras no ocultan bien a los famosos. Creo que incluso hacen que la gente se fije más en quienes las usan, al menos en España, donde la gorra se utiliza con menor frecuencia que, por ejemplo, en Estados Unidos. Un tipo pidió a Silvestre que se hiciera una foto con él. El actor accedió, con amabilidad y buena disposición, y posó para la cámara del móvil. “Sin tetas no hay paraíso” no es lo mismo sin el carisma de este intérprete. Estuve viendo un trozo de la tercera temporada y, para mí, faltan los mejores personajes porque los guionistas los apiolaron a todos: El Duque, El Pertur, El Gitano, el señor Cortés, Morón y Martínez. Echo en falta a los dos policías principales, que me caían muy bien. A casi todos estos actores me los he encontrado este año por las calles. En el directo de Leonard Cohen, por cierto, vi a Christina Rosenvinge, a Ariadna Gil y al hispanista irlandés Ian Gibson, que vive en Lavapiés. Creo que Christina es la famosa que más veces me he encontrado por Madrid.
Este fin de semana, aparte de la gente famosa que estaba en el concierto, me encontré con otras personas que son menos conocidas pero serán más célebres en el futuro. Me encontré con el zamorano y colega Héctor Rojo en un supermercado. Le dije que estaba al tanto de sus conciertos. Que sé que muchos jueves toca en Zamora, en el Ávalon. Quienes suelen verlo siempre me hablan maravillas de él y de los músicos con los que actúa. Héctor se está moviendo con gente muy grande de la música en Madrid, principalmente del jazz y del blues, pero supongo que alguna peña no se entera de eso. Le dije que espero estar alguno de esos jueves en nuestra ciudad (tendrá que ser en vísperas de fiesta) para ir a verlo. Ya sé que toca cada noche en Madrid, pero me hace más ilusión verlo en casa. Héctor colabora con muchísimos grupos. Yo recuerdo, con agrado, los temas de Blue Perro. No se lo pierdan. Este fin de semana también estuve con el poeta Javier Das, de quien he leído “Lo que queda en la mirada”, su nuevo (e inédito) poemario, formado por unos veinte poemas sobre la ruptura de una pareja. Javi y yo hemos pasado el tiempo suficiente en garitos y en recitales para considerarnos hermanos de sangre. En la estación de autobuses, acompañando a mi familia a que cogiera el bus para Zamora, me encontré con otro poeta. Pero de éste no puedo decir el nombre porque se iba de extranjis unos días y me rogó discreción.
Por Lavapiés me encontré a la actriz Violeta Pérez. Siempre encantadora, siempre animada, venía del Teatro Valle-Inclán, de hacerse una prueba de peluquería. Porque mañana estrena en Madrid la obra “Don Carlos”, de Friedrich von Schiller, con dirección de Calixto Bieito. Le dije que intentaré ir a ver la obra en cuanto pueda. Ahora tengo un complicado baile de fechas en la agenda y quizá no pueda asistir hasta octubre. “Don Carlos” estará en cartel hasta principios de noviembre. Violeta ha cogido mucho impulso desde el merecido galardón que le dieron (el Premio a la Actriz Revelación). Lo merece. Se me olvidó preguntarle por su intervención en la nueva película de Alejandro González Iñárritu, “Biutiful” (sic). He leído por ahí que desempeña un pequeño papel, pero seguro que habrá merecido la pena. Violeta tiene un don especial para los personajes desgarradores (ver “El patio de mi cárcel”) y humorísticos (ver “Princesas”). Tengo ganas de verla en “Don Carlos”.