Interesante ensayo breve del autor de Las benévolas, que, partiendo de la tesis del investigador alemán Klaus Theweleit (que analizó la realidad política y asesina del estado fascista fundado sobre la violencia no como consecuencia de las opiniones, ideas o intereses industriales en liza, sino como la expresión de los estados corporales devastadores que sufren sus protagonistas) propone un análisis del libro La campaña de Rusia, escrito por el fascista belga Léon Degrelle, quien terminó viviendo (y especulando) los últimos años de su vida en España.
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Littell nos da abundantes ejemplos del lenguaje utilizado en literatura por los fascistas en general y por Degrelle en particular. Un lenguaje, según Theweleit y Littell, basado en contraposiciones: así, los fascistas identificarían a los rojos con lo húmedo, lo blando, lo fláccido, lo opaco... (el barro, la descomposición y el color de los cadáveres, la suciedad, los hábitos antropófagos); y a ellos mismos con lo seco, lo duro, lo tieso, lo translúcido... (la limpieza de sus soldados, los hábitos gastronómicos finos, la rigidez de los mandos que se ponen firmes ante la batalla, los escasos detalles sobre los muertos nazis, como si fueran inmaculados y no soltaran sangre, pus, heces y orina). Muy interesante, ya digo.
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Por cierto, Degrelle y Hergé fueron amigos y, cuando se distanciaron, Degrelle llegó a atribuirse la paternidad de Tintín (págs. 59 a 62). El libro se ilustra con portadas de viejas ediciones, abundantes fotografías y notas al pie. Parece que el estudio del lenguaje le sirvió a Littell para crear a los protagonistas de Las benévolas, que yo aún no he leído.