Una noche de la semana anterior en Sanabria, después de cenar, estuve mirando a ver qué ponían en televisión. Nada bueno. La cosa empeora al ser verano: demasiadas reposiciones y programas insoportables. Recordé entonces el ordenador portátil y el disco duro externo que llevo en los viajes. En ese disco tengo guardadas algunas películas para casos como éste. Suelen ser filmes de esos que ya no pasan en la tele y que, para colmo, aún no han salido en dvd. Y también tres o cuatro de esos títulos que no se estrenan en España en salas comerciales. Son como películas con cierta aura de malditismo. La única manera de conseguirlas es tirar de la mula. Miré en mi repertorio de archivos, buscando alguna rareza que aún no hubiera visto. Y la encontré.
“Chacun Son Cinema” es una suma de cortos o una película hecha de capítulos individuales de tema común, como prefieran. El proyecto nació para conmemorar el sesenta aniversario del Festival Internacional de Cine de Cannes, sin duda el mejor festival del Séptimo Arte del mundo. Y está dedicado a la memoria de Federico Fellini. “Chacun Son Cinema”, aunque no se haya estrenado aquí o yo no tenga conocimiento de ello, se conoce en castellano por “A cada uno su cine”. La película lleva incorporado un subtítulo kilométrico que traduzco como: “O esa pequeña sensación en el cuerpo cuando las luces se apagan y la película comienza”. 35 directores de diversos países dirigieron 33 cortos de homenaje al cine, en general, y a Cannes, en particular. Y los 33 cortometrajes (hay dos parejas de hermanos que dirigen a la vez), cada uno de ellos en torno a los tres o cuatro o cinco minutos de duración, conforman la película. Cito algunos: Wim Wenders, Bille August, Ken Loach, Alejandro González Iñárritu, Roman Polanski, David Cronenberg, Walter Salles, Theo Angelopoulos, Gus Van Sant, Wong Kar Wai. Las piezas de estos autores forman un mosaico de homenaje que me hizo disfrutar muchísimo la otra noche.
En esta clase de proyectos suele haber de todo. Desde piezas sublimes hasta historias banales. Ni siquiera los más grandes están siempre a la altura. Es el caso de, por ejemplo, Jane Campion y Michael Cimino. Me decepcionaron sus cortos. No me dijeron mucho y no encontré un homenaje redondo. Para mí, los mejores cortos de “Chacun Son Cinema” son los intimistas. Aquellos que, sin grandes alardes ni efectos y sin marear al personal, inscriben en imágenes su historia de amor con el cine. Es el caso de “Diario de un espectador”, en el que Nanni Moretti habla, sentado aquí o allá, de películas que ha visto solo o con sus hijos, asociadas siempre a anécdotas. O el de Claude Lelouch: la historia de una familia a través de las veces más memorables en que han ido al cine. Esto es: cuando los padres del director se conocen; cuando la mujer está embarazada; cuando llevan al muchacho a ver una película, etcétera. Iñárritu cuenta en un solo plano la anécdota de una chica que sufre en el cine. Vemos su rostro mientras llora ante la pantalla. A la mayoría de los directores de este proyecto se les notan las señas de identidad. Los créditos aparecen tras cada corto y muchas veces adiviné quién estaba detrás de la cámara. Cualquier cinéfilo reconocerá los mundos personales de Aki Kaurismaki, Zhang Yimou, Ken Loach o Lars Von Trier. Uno de mis favoritos es el de Takeshi Kitano, en el que el único espectador de un cine ruinoso flipa cada vez que la proyección se corta. O el de Andrei Konchalovsky, que muestra una sala antigua en la que la taquillera ve una y otra vez “8 y medio”, de Fellini, mientras al fondo una pareja se da un escandaloso revolcón. Obligatoria para cinéfilos.