Demasiados conductores tienen la costumbre de aparcar el coche bloqueando la puerta del garaje que hay debajo de nuestra ventana. Circulan por esta calle, siempre atiborrada de vehículos y, como no encuentran sitio para dejar su coche, lo aparcan delante del garaje. Con un par; suelen ser hombres, nunca mujeres. Ni siquiera dejan encendidos los intermitentes. Plantan el vehículo allí y se largan. Y esto ocasiona una cadena de problemas. Ocasiona problemas a quienes quieren meter su vehículo en el garaje y no pueden entrar, y entonces tienen que esperar con el carro parado en mitad de la calzada (mientras los de atrás pitan) o tienen que irse a dar una vuelta o dejarlo en algún sitio cercano. Lo peor es que la calle es estrecha y es imposible ponerlo en doble fila hasta que el dueño que bloquea la entrada aparezca. Ocasiona problemas a quienes van a salir del garaje porque quedan atrapados ahí mismo, a un paso de la salida, con el coche en la puerta y cerca de la rampa; en esa situación uno queda inmovilizado porque no puede salir ni retroceder; ni para adelante ni para atrás. Y es posible que, además, esa gente tenga que ir al trabajo, o salga de viaje. O adonde sea: es su coche, es su plaza de garaje y es el dinero que paga por ella, así que no debería esperar ni un segundo. Me ocasiona problemas a mí, porque no puedo concentrarme en la escritura con estos ruidos añadidos: el pitido constante del claxon del conductor que no puede entrar o salir, la llegada de la policía en coche o en moto y sus llamadas a la central o a la grúa, las conversaciones de quienes se paran allí y opinan, etcétera. El claxon también molesta a los demás vecinos, que se asoman a ver qué ocurre.
Este incidente, a veces, se convierte en un auténtico circo. Si el conductor culpable de bloquear el garaje está por allí cerca, en cuanto oye los toques de la bocina sale corriendo, pide disculpas y retira el coche. Pero no siempre es tan fácil. Yo he visto desde mi balcón a una mujer a punto de llorar y luego cabrearse mucho porque el fulano que obstaculizaba la salida tardó un montón en aparecer y ella llegaba muy tarde al trabajo. La cuestión es: ¿tu jefe se creerá que has llegado dos horas tarde al curro porque un idiota bloqueaba la salida de tu garaje? Lo dudo. En este circo, al final se juntan los curiosos, la policía, algún vecino y, por fin, el tipo de la grúa. Lo malo es que quienes están atrapados en el garaje no consiguen que la poli llegue hasta que ha transcurrido media hora, como mínimo. Y aún resulta más difícil lograr que aparezca el de la grúa y se lleve el otro coche. Hablo de Madrid, del centro de Madrid: supongo que en Zamora, por ejemplo, tardan poco en aparecer.
Ayer fue la última vez, por ahora, que esta situación se produjo debajo de casa. Mujer que salía del garaje en torno a las nueve de la mañana, más o menos. Un coche blanco bloqueaba la salida y ocurrió lo de siempre: pitidos, llamadas por el móvil, aparición de dos policías en motocicleta. Transcurrida una hora, no era normal que un tío dejase el vehículo en un sitio en el que está prohibido aparcar y se ausentara durante tanto tiempo. Entonces uno empieza a hacerse preguntas. ¿Y si fuera un coche robado y el ladrón hubiera decidido dejarlo allí mismo después de darse una vuelta? ¿Y si al conductor le ha pasado algo, por ejemplo romperse una pierna a una manzana de allí? ¿Podría ser un auto utilizado por terroristas? En Lavapiés puede suceder cualquier cosa. En el barrio, además, se necesita tarjeta de residente para circular con el coche. De lo contrario, pueden multarte. Y hay cámaras de vigilancia. Casi una hora y media después vino la grúa y se llevó el vehículo. El conductor no apareció.