viernes, junio 12, 2009

No hay camino al paraíso: Más agradecimientos


Son numerosas las reseñas, los mails, las recomendaciones e incluso las cartas que hemos leído acerca de las sensaciones que os han embargado al leer No hay camino al paraíso. Sabemos que algunas personas han derramado lágrimas o han estado a punto de hacerlo durante la lectura de este poemario doble, lleno de dureza. Como no soy amigo de colgar aquí las críticas propias (sean favorables o perjudiciales), me conformo con repetirlo (esta vez no en persona o por correo, sino aquí, públicamente): MUCHAS GRACIAS a todos los que le habéis dado cancha al poemario o nos habéis escrito para contarnos vuestras impresiones.
Y, para celebrarlo, y dado que mañana lo presentamos en Gijón, cuelgo aquí dos poemas del libro:
.
LA DEL BOTE NEGRO, by Javier Das


Seguro que conoces
la colonia.

Es de Calvin Klein,
la del bote negro,
CK be, la llaman.

Yo no puedo
ponerme esa colonia.

Los olores nos transportan
a momentos específicos de la vida,
y los hacen tan reales
que puedes vivirlos de nuevo.

Pues bien,
esa colonia,
Calvin Klein,
bote negro,
CK be,
la que no puedo usar,
es la que él
usaba para quitarse el olor
que decía
le dejaba
la quimioterapia.

***

LA NEVERA, by José Angel Barrueco


el dueño de la casa
y de nuestras vidas
decidió un día encargarse
de la compra
dijo que ella
gastaba demasiado en comida

así que compraba los sábados
una vez a la semana

los suministros no eran suficientes
y, agotadas las reservas, mi madre
debía suplicar por un poco de dinero para el pan

nos asomábamos a la nevera el lunes
y resonaba el eco en sus paredes blancas

a veces el dueño de la casa
llegaba contento porque su madre
le había dado una cazuela de legumbres
“que iba a tirar a la basura”

no éramos pobres
o no tan pobres como en las barriadas

pero al dueño de la casa le gustaba ahorrar
y su madre, la mujer que pagaba sus honorarios,
le debía varios meses de sueldo

por eso en la nevera, a menudo,
había un limón verde, una caja de leche
y alguna cebolla que perdía su humedad

eso era todo: aquella nevera se parecía a él
.