La clave la dio el escritor David Torres: “Carlos Salem genera más libros de los que el lector puede leer”. Fue el lunes, en uno de los salones de la Casa de América, en la presentación a la prensa de la nueva novela de Carlos: “Pero sigo siendo el rey” (Editorial Salto de Página). Y es que este autor medio argentino y medio español (así se siente él) acaba de publicar este libro, pero juega a varias bandas con otros volúmenes: las otras dos novelas de género negro editadas por Salto de Página, el poemario “Si dios me pide un bloody mary” (Editorial Ya lo dijo Casimiro Parker) y el libro de cuentos “Yo también puedo escribir una jodida historia de amor” (Ediciones Escalera), volúmenes a los que habría que sumar “Cracovia sin ti” (Premio Seseña de Novela Romántica: de próxima publicación) y algún manuscrito más que esperará en el cajón, supongo. Si cito los nombres de las editoriales es porque todas comparten varios rasgos: son editoriales jóvenes, independientes y han apostado por alguien que hasta hace poco era desconocido e inédito en España, salvo para quienes frecuentábamos el garito de Malasaña en el que antaño servía copas y organizaba lecturas poéticas.
Lo que dijo David Torres es cierto. Yo ni siquiera he leído aún las tres novelas de género negro de Carlos Salem. Empecé por los poemas, pues su faceta poética es la que en principio me interesaba más. Luego seguí por los cuentos. Ahora que las tres novelas están en las librerías, aprovecharé para leerlas casi seguidas. Me contaban algunos amigos que hay claves y referencias cruzadas entre ellas. También es cierto que he pospuesto su lectura porque lo bueno hay que dosificarlo. Y Salem es muy bueno en cualquier género que se le ponga por delante. Tiene un pasado de periodista cuyos textos me gustaría conocer. Posse las suficientes lecturas, viajes y vivencias, incluida la emigración, como para crear personajes delirantes y a la vez realistas. Él mismo comentaba en la presentación del lunes que es un escritor del realismo, a pesar de los delirios de algunos personajes y situaciones: “Soy un realista que delira”. En su nuevo libro, “Pero sigo siendo el rey”, incluye a Juan Carlos I de Borbón en la trama, convirtiéndolo en un personaje. David Torres (aprovecho para recomendar su novela “El gran silencio”) contaba que lo mejor que podía pasar era que prohibieran el libro para promocionar aún más al autor: “Me lo he pasado pipa con la novela y estoy deseando que la Casa Real la secuestre”. Torres y Salem comparten humor y sentencias contundentes. Carlos dijo que no pretende causar ningún escándalo con el libro. Que la inclusión del Rey obedece a una imagen, la de ese niño destinado a ser monarca y privado por tanto de una infancia ordinaria. Que hay cierta ternura en el retrato. Está convencido de que a Juan Carlos I le gustaría su libro.
Los arranques de los libros de Carlos auguran frases como balazos y cogen al lector por el cuello. Veamos el primer párrafo de “Pero sigo siendo el rey”: “El tipo de la foto tiene cara de no haber metido un gol en toda su vida. Arrojo el expediente sobre la mesa y me odio durante medio cigarrillo. Llevo dos años fuera del cuerpo y sigo pensando como un policía. Sigo calibrando a la gente por su apariencia. Sigo juzgando a los demás para evitar juzgarme a mí mismo”. Para mí la mejor noticia de estos meses respecto a su obra es la aceptación de “Camino de ida” en Francia: traducida al francés, ha vendido ya miles de ejemplares y ha rendido a la crítica. Los franceses suelen tener buen olfato. El lunes nos enseñó la edición francesa. En la portada, la pierna de una mujer con zapato de tacón. Y esto no ha hecho más que empezar.