viernes, mayo 01, 2009

Anónimos, de Miguel Sanfeliu


El médico le dijo a mi madre que esperaba gemelos, pero luego sólo me tuvo a mí. Durante mucho tiempo pensé que ese hermano no nacido había encontrado la manera de esconderse dentro de ella, y le tuve envidia. Sin embargo, con el tiempo me di cuenta de que se encontraba dentro de mí. A veces, lo sentía asomándose a mis ojos y mirando al exterior, sólo un momento, para luego volver a esconderse con rapidez. Cuando hacía esto, yo experimentaba un ligero mareo, una leve sensación de náusea. Al principio no era capaz de identificar la causa de mi mal y me asustaba; pero con el tiempo comprendí que el culpable era mi hermano no nacido, y entonces me enfurecí. Nuestra relación fue bastante problemática y difícil. Llegamos a enemistarnos.