Aceptemos que es imposible llegar a la altura del cómic de Alan Moore y Dave Gibbons. Que la historia que lee el niño junto al kiosco saldrá en unos días en dvd, en forma de película corta e independiente de dibujos animados. Y que Zack Snyder, un gran artesano visual, prepara la versión en dvd del filme con unos 220 minutos de metraje. De modo que lo que tenemos en el cine es una aproximación bastante fiel al universo de superhéroes descrito en el tebeo. Pero se engrandecerá en cuanto todas estas ediciones completas salgan al mercado.
Me parece que Snyder, de entrada, se ha arriesgado bastante en su Watchmen: esos créditos iniciales son perfectos y nadie al mando de una superproducción de Warner los hubiera acompañado de un viejo tema de Bob Dylan, como sí hace él; la banda sonora está repleta de canciones de Dylan, Janis Joplin, Nat King Cole, Simon & Garfunkel, Leonard Cohen o Jimi Hendrix; el reparto no tiene caras muy conocidas, y las que lo son un poco van maquilladas o tapadas (caso del Dr. Manhattan y Rorschach); tampoco se ha cortado el director a la hora de meter dosis de gore, desmembramientos, polvos y despelotes varios para disfrute del personal masculino y femenino; y también traiciona el cómic a la vez que es fiel a su estilo visual, pero dicen que para adaptar una obra hay que traicionarla un poco.
En suma: he disfrutado de la película. No tanto como, por ejemplo, con El caballero oscuro, por citar una adaptación reciente. He disfrutado con una película que tiene algunos momentos bajos y otros muy altos, y quiero mencionar varios de estos últimos: los ya citados créditos, que resumen parte de la historia, mezclando superhéroes y personajes reales; los orígenes del Dr. Manhattan; la escena de sexo con chiste incluido: suena de fondo el Hallelujah de Leonard Cohen; las secuencias de Rorschach desenmascarado, gracias al gran trabajo del actor que va debajo de la máscara; el encuentro entre éste último y el asesino de una niña; o todas las escenas en que recuerdan al Comediante. Lo mejor es ir a verla liberado de prejuicios, dispuesto a disfrutar del poder del lenguaje cinematográfico, aceptando que la película no es la hostia pero es bastante digna. Es, como han dicho algunos conocidos cinéfilos de los que me fío, un fenómeno pop, freak y kitsch. Y quien tenga problemas con esto, ya sabe: siempre estará el cómic en nuestra biblioteca para volver a sus páginas.