Alguien me dijo que la banda local que más tirón tiene en Zamora, ahora mismo, es Nacional 122: los que más público congregan en sus conciertos en la ciudad y los que no paran de hacer bolos. Apuntemos aquí que La Sonrisa de Julia no es un grupo zamorano, sino un grupo con algunos integrantes zamoranos: no es lo mismo. Yo nunca había escuchado en directo a N-122. Sólo voy una vez al mes por allí. Tampoco estoy al día de toda la música que se cuece en mi tierra, aunque gracias a las invitaciones de MySpace y a los correos que me envían procuro enterarme. Nacional 122 ha tocado en dos ocasiones en Madrid durante este mes de marzo: el día veinte, pero yo estuve en Zamora ese fin de semana y no pude ir a verlos; y el día veintiocho, o sea, el sábado pasado. Tocaban en la Sala Lemon, muy cerca del Santiago Bernabéu y lo apunto sólo porque el concierto, que reunía a un total de tres grupos (Nacional 122, Mostaza Taco Brothers y Dr. Sapo), coincidió con un partido de fútbol. Tal vez por eso no me encontré la sala llena, como yo esperaba. Todo el mundo se había ido en frente, a tocar la trompeta y a jalear a la selección española.
Al terminar el concierto saludé a la peña del grupo. Nacional 122 lo forman Sergio Martín, Alberto Aliste, Álvaro Alfonso y Pablo Aparicio, pero en los directos algunos compañeros de viaje suben a tocar con ellos. Unos días antes de ir a la Sala Lemon ni siquiera sabía que Sergio era hermano de Alfonso Martín. Alfonso es un viejo amigo y los zamoranos lo conocen de los tiempos de Cianuro, grandes tiempos aquellos en los que había más rock al aire libre en la ciudad y los chavales íbamos a apoyar a las bandas como si nos fuera la vida en el empeño. Alfonso y su mujer estaban en la sala, y ya sabes que siempre es una alegría encontrarte con paisanos en otras tierras. Los de Nacional le invitaron, además, a subir y tocar un tema. Alfonso ha vuelto a la música con media banda: Un Poquito de Cianuro. En breve van a grabar disco. Buena noticia. Como lo es el regreso de otra banda de la tierra: Tinger. En la Sala Lemon me presentaron a su cantante, Víctor Depedro “Negro”, pero juraría que lo conozco de vista desde hace años. No recuerdo haber ido a sus conciertos porque en los primeros años noventa aún no me gustaba el heavy. “Negro” me dijo que apuntara la fecha del nueve de mayo, porque ese será el día del resurgimiento de Tinger en Zamora.
Mientras escribo todo esto escucho el último disco de Nacional 122 y admito que es muy pegadizo. Suenan muy bien. Gente joven dándole duro. Me encanta el título de la canción que abre el repertorio: “Migas de pan”. Sería un título fabuloso para un poemario o incluso para un ensayo. La miga de pan es algo con lo que los hombres convivimos a diario, un sustento esencial en nuestra vida. En el tema de N-122 se convierte en algo más: “el amor es pan para hoy y mañana hambre, migas y comodidad”. No tocaron mucho tiempo el otro sábado porque eran tres bandas y tenían límite de tiempo. No hubo oportunidad para los bises. Ese poco tiempo en el escenario me bastó para hacerme una idea de su potencial y para disfrutar de los temas. Son unos luchadores. Todos los músicos de Zamora son unos luchadores porque la ciudad, con su suma de zancadillas, nunca les pone las cosas fáciles a quienes quieren abrirse camino: pocos locales para ensayar, pocas ayudas municipales o ninguna, pocos garitos para tocar en directo, prohibiciones y conciertos abortados por protestas vecinales. Mi ciudad es uno de los lugares donde más sentido cobra la imagen del músico con la guitarra en la mano derecha y la maleta en la mano izquierda.