El primer error es haberla estrenado tanto tiempo después de Che: El argentino. Recordemos que no es una secuela, sino la segunda mitad de una misma película, lo cual es distinto. El retraso en su estreno influye: al principio el espectador está un poco perdido, le cuesta entrar en la historia. Esta continuación se hace un poco monótona por los constantes silencios, porque el guión se debilita, porque son demasiados minutos viendo a hombres barbudos atravesar las montañas. En El argentino había más diálogo, más política, más trama, más miga. Sólo después de una hora logré entrar en el filme e interesarme. Salen un montón de actores españoles (y de USA, como Matt Damon), pero su presencia es más bien anecdótica. Benicio del Toro sigue estando fantástico, en el pellejo de un hombre consumido por la enfermedad y por sus ansias de revolución.
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