Las nominaciones a los Globos de Oro nos han deparado algunas sorpresas, como suele ocurrir. Aunque tienen menos prestigio que los Oscar, la virtud de los primeros consiste en que sus votantes abren más la mano, son menos conservadores. Muestras de ello suelen ser sus apuestas por actores y películas comerciales y también independientes, como si quisieran contentar a todo el mundo; y también sus categorías, en las que dividen entre drama y comedia o musical. La Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas no suele apostar por el musical, y aún menos por la comedia, aunque ha habido unas cuantas excepciones. De los Globos me gusta que, ya en las nominaciones, sus votantes hacen justicia a directores, intérpretes y películas que, tal vez, sean olvidados en la lista final de los Oscar.
Son varios mis motivos de alegría (para mí, la música, el cine o la literatura son sagrados). Me satisface que se apueste tanto por la literatura en esta edición: “El curioso caso de Benjamin Button”, basada en un relato de F. Scott Fitzgerald; “Vía revolucionaria”, que se inspira en esa dolorosa novela de Richard Yates de título homónimo; “El lector”, sobre el libro de Bernhard Schlink; “Slumdog Millonaire”, una versión de la novela “¿Quieres ser millonario?”, escrita por Vikas Swarup; “Frost/Nixon”, adaptación de la obra teatral de Peter Morgan; “La duda”, que viene de la obra de John Patrick Shanley; “El complejo Baader Meinhof”, sobre el libro de Stefan Aust; sin olvidarnos de “Gomorra”, inspirada en el libro de Roberto Saviano. Y no sé si me dejo algún título más. Mucha literatura. Porque a Hollywood, agotados ya sus recursos, sus ideas y su imaginación, sólo le queda optar por estos dos caminos: el remake y la secuela; y la literatura. Mediante la primera opción hacen taquilla; con la segunda, reparten premios.
Es para mí un motivo de gozo que nominen películas o actores por cuya defensa he mantenido algunas discusiones o me he ganado varios palos. La comedia gamberra “Tropic Thunder”, que recomendé por aquí, ha obtenido nominaciones a dos de sus actores: Robert Downey, Jr,. convertido en el filme en un actor blanco que se hace pasar por negro, y Tom Cruise, convertido en la película en un magnate gordo, calvo y peludo (una burla al empresario que lo despidió de Paramount Pictures), aunque su nominación supone desvelar una de las grandes sorpresas de la película, pues ni en los créditos iniciales ni en la publicidad se anuncia su intervención, para que el público se sorprenda. Celebro las nominaciones de “Quemar después de leer”, la nueva obra de los Coen que, para mi sorpresa, ha gustado a poca gente. Y las de “Escondidos en Brujas”, uno de los mejores largometrajes de este año. Mickey Rourke se recupera con su papel en “El luchador”, Sean Penn vuelve a salir en la lista (es casi una tradición que nos entusiasma) y recuperan a la grandiosa Marisa Tomei, cada día más guapa y mejor actriz. Que nominaran a Heath Ledger por su Joker es otra alegría, aunque esperada. Y quizá otra de las sorpresas sea la inclusión de “Vicky Cristina Barcelona” en las nominaciones: mejor comedia y varios actores (Rebecca Hall, Javier Bardem, Penélope Cruz). Y digo sorpresa para quienes la machacaron en su día. Yo defendí la película en mi blog e insisto en que el público español ha visto el filme de Woody Allen destrozado por un doblaje espantoso (vean el trailer). ¿Se puede destrozar una película con un doblaje? Sí, pues se han perdido los juegos de palabras entre Cruz y Bardem, que la enriquecen, y su desparpajo. Véanla en VO, y luego me cuentan.