viernes, septiembre 26, 2008

Sanders

Tengo en casa una copia en dvd de “Eva al desnudo”. Me gusta más el título original: “All About Eve”. “Eva al desnudo” es una obra maestra. Creo que no admite duda. Hacía mucho tiempo que no veía esta película, el retrato de una trepa y de los personajes a los que machaca y traiciona con tal de alcanzar la cumbre. Para mí tiene uno de los más astutos e ingeniosos guiones de la historia. Cada réplica que sueltan los protagonistas abunda en veneno. Es un texto repleto de músculo, como una novela clásica. Y parte de un relato de Mary Orr, que Joseph L. Mankiewicz convirtió en una joya por la que obtuvo el Oscar. De este filme recordaba algunos diálogos y la mirada demoledora y entristecida de Bette Davies. La Davies llevaba un volcán en la mirada. Nunca me pareció guapa, pero pocas mujeres miraban como ella. Su primera aparición en la citada película es explosiva: está sentada a una mesa, observando con ironía y desprecio a la mujer del título, Eve Harrington, mientras ésta va a recoger un premio, y en su mirada se resume toda la película y su personaje. Esos ojos con los párpados enormes a media asta nos dicen que hay una historia oscura bajo la aparente candidez de Eve. El guión abunda en perlas, y me gustaría reproducir aquí algunas de las frases, pero no voy a hacerlo porque en el próximo párrafo quiero copiar un poema.
Sin embargo, no recordaba de la película uno de sus rasgos más notables, una de las razones por las que “Eva al desnudo” es la obra maestra que es: el personaje del crítico y columnista Addison DeWitt. Envarado, sibilino, inteligente, mordaz, dotado de elegancia en el vestuario, en las maneras, en los gestos, en los ataques verbales y periodísticos, tiene casi las mejores frases del libreto, en especial cuando desenmascara a Eve Harrington en el último tramo del filme. DeWitt está interpretado por un actor genial, George Sanders, quien ganó el Oscar por este papel. Nació en San Petersburgo, de padres británicos. Al día siguiente de revisar “All About Eve” estuve pensando en Sanders. ¿No había escrito Karmelo Iribarren un poema sobre el actor? Busqué en el último libro publicado por Karmelo, y, en efecto, allí estaba: un poema titulado “La nota de George Sanders”. Gracias al cual supe que Sanders se suicidó en tierras catalanas, concretamente en Castelldefels, una localidad en la que trabajó el escritor Roberto Bolaño como vigilante nocturno de un camping. Allí vivió, en los noventa, uno de mis amigos: recuerdo que pasé una semana en su piso, de visita, y que había varios gatos rondando por las inmediaciones del edificio. El poema dice así: “Me aburro en esta pocilga, / dejó escrito / en un pequeño papel / el actor George Sanders, / a manera / de último adiós. / Sucedió en un hotel / de Barcelona, / hace ahora algo más de treinta años. / Siempre que pienso en ello, / me imagino a la mujer / de la limpieza, / con la nota en la mano”. Me encanta este poema porque logra que nosotros también veamos o imaginemos a esa mujer que limpia, y su desamparo al encontrar la nota y leerla.
Buceando un poco por la red para saber más del tema, di con un artículo del director Jaime de Armiñán en El Comercio. Cuenta que entró en el hotel Don Jaime, en una ocasión, con motivo de un rodaje, y el conserje le dijo que sólo les quedaba una habitación: aquella en la que se había suicidado George Sanders. Armiñán dijo que mejor así. No dudó en alojarse en aquel cuarto. Sanders murió de una sobredosis de Nembutal. Dejó la nota, breve, metida en un sobre. Una pena, porque el mundo, del que se despedía en la nota, perdió a un hombre de talento grandioso. Basta con ver su trabajo en “Eva al desnudo”.