domingo, agosto 31, 2008

Versiones distintas

Antes de continuar relatando algunas historias de mi último viaje quiero anotar un ejemplo de manipulación informativa. Sucesos que no interesa que salgan a la luz pública son tergiversados. Me queda la duda de quién los manipula. No creo que se trate de la prensa. Más bien podría ser un asunto municipal. No lo sé. Se trata de algo que vi a mitad de mi estancia en Ibiza. Lo vi en persona y al día siguiente compré el periódico y contaban un cuento distinto. Pero vamos con la historia.
Íbamos en dirección a Cala Boix y atravesábamos una carretera sinuosa de la Sierra de la Mala Costa. Precipicios, curvas, bosques y casitas blancas. Un paisaje espléndido. Habíamos pasado por San Juan de Labritja y el próximo lugar de paso era la Cala de San Vicente. Antes de entrar en una curva topamos con un par de coches parados en la carretera. Delante de ellos, a unos metros, había bomberos y guardias civiles y demás personal. En breve llegaron, a toda velocidad, dos policías en moto. Por encima de nosotros volaba un helicóptero antiincendios. Venía de recoger agua y la arrojaba sobre el bosque, junto a la carretera, en un pinar del que salían columnas de humo. Olía a quemado. Habían cortado el tráfico. El conductor de uno de los vehículos detenidos acababa de preguntar a los guardias qué ocurría, y nos lo contó. Un coche se había salido de la carretera y, tras caer por el terraplén, se había incendiado. Cuando llegamos estaban a punto de apagarlo. Apareció una anciana caminando por el asfalto. En la mano llevaba una garrafa de agua. Se la dio al personal que manejaba el tráfico y el incendio. Supongo que, con el calor que dominaba la sierra, estarían secos y ella quiso hacerles un favor. De regreso, la oímos comentar que estaba en su casa cuando oyó el ruido del accidente. Vivía cerca de allí. Pronto se formó una cola de coches detrás de nosotros. Los pasajeros salían de los vehículos a preguntar. Algunos hacían fotos al helicóptero. Mediaba la tarde y el sol nos apretaba las tuercas. Un rato después, un guardia gritó que nos iba a permitir el paso, y que nos diéramos prisa. Cuando pasamos con el coche por el lugar del accidente observé que faltaban varios metros de quitamiedos. El coche había roto la barrera y caído hasta abajo. No sé si el o los ocupantes sobrevivieron al golpe y al incendio. Supongo que no. Un vehículo remolcaba el coche quemado para subirlo por la pendiente. Abajo, árboles y restos de humo. En la carretera había bomberos, policías, guardias civiles y personal de Medio Ambiente, ya que es un espacio natural protegido.
A la mañana siguiente compré el periódico para enterarme de los detalles que faltaban para completar la historia. Hablaban de un incendio tras un accidente en el kilómetro cuatro de la carretera por la que habíamos pasado. Coincidían la hora y algunos detalles. Pero la historia había cambiado. El titular se centraba en el incendio, y no en lo más importante: el castañazo de un conductor. En la noticia contaban esto: “Una avería en un vehículo que se detuvo en el arcén provocó el fuego (…)”. Yo estuve allí y vi cómo sacaban el coche del barranco. Vi los quitamiedos rotos. Y escuchamos la versión de quienes trabajaban en primera línea de fuego. El accidente de un conductor, quizá bebido o drogado, que se sale de la carretera y se estrella en el bosque fue convertido en una simple avería en el arcén. Después, hablando con zamoranos que viven en Ibiza, me dijeron que a veces ocurre: muertes y accidentes por exceso de drogas o alcohol y otras historias no salen en la prensa. O salen tergiversadas. No interesa que, en época de vacaciones, los turistas sepan la verdad.