Aún no ha acabado el mes y me da por subir a la planta de Fnac. Como todo el mundo sabe la peor fecha para comprar es a finales de mes, porque a uno apenas le queda nada en el bolsillo. No voy a coger ningún libro, sino a merodear un rato por allí, a hacer tiempo, a matar una hora de espera. Saco la lista de libros que me interesa comprar. Decido ir título por título para hojear un poco las primeras páginas de cada uno. Esta operación suele salirme bien: tras echar un vistazo a títulos que, a priori, me atraían, a veces los tacho de la lista porque no me convencen y así voy rebajando el número de títulos. Pero esta vez entro en Fnac y se nota que, con la Feria del Libro de Madrid, se ha desatado la invasión de novedades. Encuentro cosas que no me esperaba, libros que ni siquiera sabía que se estaban traduciendo, como “La verdadera historia del Hombre Elefante”, que en seguida apunto a la lista. La biografía de John Merrick me obsesiona desde la infancia, cuando vi la versión de David Lynch, que me horrorizó y me ablandó al mismo tiempo. Los freaks suelen despertar la curiosidad y nos obligan a sentir lástima. Recuerdo que hace meses compré “Mutantes”, publicado por Anagrama, pero aún no lo he leído. Veo el primer volumen de “La Torre Oscura”, de Stephen King, en versión cómic. Lo anoto. Veo la nueva novela gráfica de Miguel Ángel Martín, “Playlove. Donde las calles no tienen nombre”. La anoto. Apunto un libro con estupendas críticas, un compendio de relatos humorísticos y fantásticos de un escritor japonés (ojo al título): “Hombres salmonela en el planeta porno”. Anoto la guía sobre las cuatro películas de Indiana Jones, que contiene textos, carteles, bocetos y fotografías. Por fortuna, aún no está a la venta “Llenos de vida”, de mi adorado John Fante. El caso es que salgo de Fnac sin tachar ningún título de mi lista, y habiendo añadido unos cuantos. Salgo deprimido por el aluvión de novedades.
Más tarde, en casa, descubro que se va a estrenar un documental sobre uno de los grandes reporteros de la historia, muerto hace tres años: “Gonzo: The Life and Work of Dr. Hunter S. Thompson”. Cada libro de investigación de Thompson equivale a muchas clases de periodismo. En lugar de obligarnos a leer sus reportajes en la universidad, nos condenaron a soportar mamotretos soporíferos escritos por teóricos y por pelmazos. Los estudiantes de periodismo harían bien buscando los libros de Hunter S. Thompson. Quizá los más jóvenes sepan quién es por la película “Miedo y asco en Las Vegas”. El documental lo narra Johnny Depp, y estoy deseando verlo. Lo malo es que los documentales tienen una distribución penosa en España, igual que los cortometrajes. Tampoco en las librerías se encuentran las obras del Doctor Gonzo, casi todas agotadas. Salvo “Miedo y asco…” y “Los diarios del ron”.
Veo en la tele un anuncio de coches que utiliza la prosa de “En el camino”, de Jack Kerouac. El escritor vuelve a estar de actualidad, pese a que los intelectuales arremetieron en el pasado contra la prosa libre y profunda de Kerouac. Hoy, sin embargo, empiezan a revalorizarlo en los suplementos culturales. Aún no sé si su inclusión en un anuncio me parece bien o me parece mal. Intentaré explicarme. Me gusta porque siempre es un placer encontrarse con unas palabras de “En el camino”, y así quizá lean a Kerouac quienes aún no lo conocen. Pero me disgusta porque la televisión y la publicidad tienen a banalizarlo todo. Se empieza citando a Kerouac en un spot y se acaba metiendo su nombre en la canción del verano o haciendo parodias, como le tocó a Bruce Lee desde aquel anuncio de coches.