El doce de junio saldrá a la venta el nuevo disco de Coldplay. Será uno de los acontecimientos del año. Se trata de un trabajo muy esperado. Coldplay es una de las mejores bandas del panorama musical anglosajón, pero es preferible escucharlos en directo. Recuerdo que meses atrás llevé uno o dos de sus discos a mi familia, en Zamora. Pero les gusta el rock duro y las emociones fuertes y la banda les pareció demasiado tranquila, demasiado melódica, demasiado lenta. Y eso es porque no los han escuchado en directo. A mí Coldplay me gustaba, pero no había llegado a apasionarme. Me convencieron para ir al último concierto que dieron en Madrid y allí, sobre el escenario, su música me sedujo. Tocadas en directo, sus canciones son más agresivas, más rockeras, poseen más nervio. El nuevo lp tiene un título en spanglish: “Viva La Vida or Death And All His Friends”. En la portada, una reproducción de “La libertad guiando al pueblo”. Julián Ruiz ha podido escuchar el disco y lo analiza en un periódico y nos dice que no defrauda, que es una obra maestra.
El martes pasado Coldplay puso el primer single del disco en descarga gratuita en su página web. Se supone que uno tiene la oportunidad de bajárselo durante siete días; luego cortarán el grifo, y para entonces medio planeta ya guardará el tema en sus archivos. Lo han hecho así porque dicen que una descarga gratuita aumenta las ventas. Yo he escuchado el single y compraré el disco. Es un tipo de publicidad mediante la que los artistas musicales enseñan un caramelo y nos lo dan a probar y uno quiere más. La mitad se lo descargará del emule, claro, pero la otra mitad probablemente no: el sabor del caramelo les inducirá a comprar la bolsa. Observen lo que ha pasado a las puertas de Fnac Callao: personas esperando siete horas, haciendo cola desde la medianoche, para ser las primeras en comprarse el nuevo disco de Madonna. Creo que por gente como esa aún aguanta la industria. También lo hacen con los libros y a mí me convencen: numerosas editoriales cuelgan en la red las primeras páginas de sus novedades, uno las lee y entonces sabe si saldrá o no a buscar el libro.
No obstante, recibir la canción de Coldplay, esa cara A gratuita del single, no es tarea fácil. Aún diría más: yo no lo conseguí. Tal vez porque las empresas complican las cosas demasiado. A las doce y cuarto del mediodía del martes, hora de Londres (aquí, la una y cuarto), activaron la descarga gratuita. Por supuesto, como cuando quieres comprar entradas on line de Bruce Springsteen, la web se colapsó y no estaba disponible. Mientras cumplía con mis tareas, de vez en cuando actualizaba la web. Una hora después, o así, pude acceder. Pedían tres requisitos: dirección de correo electrónico, país desde el que hacíamos la petición y código postal. Rellené las casillas. Le di a “Submit” y se quedó en blanco, otra vez. Este proceso duró varios minutos. Cuando por fin conseguí que aceptara mis datos sin bloquearse la web, en mi buzón de entrada no vi rastro alguno del single. Inspeccioné la página oficial. Me registré poniendo mi dirección alternativa. Tampoco me llegó. Pinchando en un link, se abría una ventana en la que daban instrucciones para evitar que los filtros de los correos no mandaran el archivo a la papelera. Las cumplí y no me llegó nada. Horas después me enviaron un email que contenía otro hipervínculo. Se suponía que, pinchando ahí, se accedía a otra web en la que descargarse la canción. Pero pedían nombre de usuario y contraseña (que no nos habían proporcionado). Al final, opté por lo fácil: la bajé del emule. Y la canción, “Violet Hill”, es perfecta.