lunes, abril 07, 2008

Revival

Si hay algo que está muy de moda es el revival. Las viejas bandas vuelven a la carretera, a tocar otra vez en los escenarios. Cada día se preparan más remakes de clásicos, y pronto habrá remakes de remakes, y reconstrucciones de las propias películas de uno mismo, pero rodadas con equipo norteamericano (véase Michael Haneke y “Funny Games”). El vinilo vuelve, a pesar del lavado de cerebro que nos hicieron para que nos desprendiéramos de nuestros viejos discos; yo no lo hice, y aún conservo mis cintas de vhs y mis lp’s de vinilo. E incluso por ahí, en algún cajón o quizá en una caja, tengo las cintas de casete. El mercado sabe cómo manejarnos. Convence a la gente para que venda o regale o tire su material viejo, o lo recicle, y le vende algo nuevo (el compact disc, el dvd, el libro electrónico) para, apenas unos años después, relanzar el material viejo convertido ya en objeto de lujo, de culto, de nostalgia. Cuando el libro sea una reliquia, y el personal se haya acostumbrado al Kinder, volverán a lanzar libros de papel en edición de coleccionista y cosas así. Todo vuelve, ya digo. Y voy a dar otro ejemplo curioso y agradable.
Deambulaba por la sección de bolsillo de Fnac, echando un vistazo a las mesas de novedades, cuando vi un ejemplar de “Las mil y una noches” y otro de “Sandokán” (del gran Emilio Salgari: ese hombre sí que sabía hacernos disfrutar), ambos encuadernados en pasta dura de un color entre marrón y cobrizo, con dibujos en la portada, con el sello de Bruguera en la parte inferior. Destacaba entre las novedades del mismo modo que si pusiéramos en la sección de televisores de pantalla plana una vieja tele en blanco y negro de veinte años atrás. Para refrescarles la memoria a quienes son de mi generación o algo más mayores: se trata de la colección de narrativa “Historias selección” que muchos disfrutamos en la infancia. Novelas de Julio Verne, Mark Twain, Walter Scott, Alejandro Dumas, etcétera. Novelas juveniles que aunaban la prosa y el tebeo. Cada pocas páginas de prosa, había una página completa con viñetas de cómic. Los niños que no estaban acostumbrados a leer el texto, o que aún no sabían leer, podían dirigir la mirada hacia los dibujos y seguir el desarrollo de la historia. Nunca tuve un ejemplar de estos libros. Siempre los leía en la casa de mis primos de Zamora, cuando iba a visitarlos. También los leía en la sección infantil de la Biblioteca Pública. Recuerdo con especial deleite mi lectura, en la sala habilitada para los niños, de “Miguel Strogoff” y el momento en que lo dejan ciego, circunstancia que me impactó. Los libros tenían en el lomo los retratos en color de los principales personajes de cada novela. Al llegar a casa busqué información: Bruguera ha decidido recuperar algunos de esos títulos clásicos y emblemáticos. Y lo bueno es que no ha introducido cambios, o a mí no me lo pareció.
Durante esa búsqueda de información descubrí que Bruguera y Ediciones B también han rescatado las “Joyas literarias juveniles”, o al menos unos cuantos de sus títulos. Lo divertido del asunto es que hace meses escribí un artículo sobre esta colección de tebeos, de cuando también iba a leerlos a casa de mis primos, que los almacenaban en un par de cajones cuya apertura, para mí, suponía asomarme a una cueva de tesoros. Sí, una cueva de tesoros: o sea, de historias protagonizadas por piratas, corsarios, buscadores de oro, aventureros, soldados británicos, caballeros, científicos, príncipes y pistoleros.