viernes, abril 25, 2008

Proyecto CEB

Fue una de las últimas veces en que estuve por mi tierra. Era tarde, a las tantas de la madrugada, y me parece que unos cuantos estábamos decidiendo si irnos a casa o si continuar la farra. Entonces alguien se acercó a nosotros y se presentó. Era David Refoyo, un amigo al que, tras años de mantener correspondencia por medio del correo electrónico, jamás había visto. Nos dimos la mano y por primera vez nos vimos las caras en persona. Luego cada uno continuó con los suyos, al abordaje de la noche o en retirada. Sigo la prosa y la poesía de David desde mucho antes de que inaugurase su blog, “Una ciudad llamada Perdición”, que para mí es un sitio de obligatoria visita diaria. En su espacio puede uno encontrar pequeñas crónicas, muchos relatos, algunas reseñas, e incluso descargarse tres de sus libros de poesía. Un día de estos, si las editoriales no se retrasan más, veremos su debut en solitario con un ramo de poemas. Además, me gustan sus escritos porque no esconde su condición de hijo de la provincia que ambos compartimos. Pero sabe mezclarlo con rock and roll, carreteras americanas y variadas influencias del cine y la literatura, de tal modo que uno se engancha.
Esta introducción me sirve de excusa para escribir sobre el último proyecto en el que se ha visto involucrado, gracias a las gestiones de la escritora Mercedes Díaz Villarías. Me refiero a “Canciones en Braille”, o CEB en abreviatura de sus autores. Es la punta de lanza del futuro de la edición literaria. Presten atención. Todo comenzó en el blog de Mercedes, donde uno de sus post, que aunaba fotografía, texto y canciones, fue retomado por otro internauta. La autora invitó a los lectores de su bitácora a participar. Y estos empezaron a retomar algunos personajes, algunas citas, de las primeras entradas, convirtiendo el blog en una especie de narración fragmentada que puede leerse de manera individual, saltándose historias si uno lo quiere, y donde, como anunciaba la nota de prensa, “personajes, ambientes y motivos se tocan tangencialmente sin llegar a cerrar ningún significado”. Lo cual supone una experiencia donde se juntan la prosa poética, el relato, la fotografía, la música e incluso las referencias al cine y al cómic y a la publicidad. Cuando tenía material suficiente para un libro, su administradora decidió publicarlo en la ya famosa web de la editorial Lulu.com.
Existen dos maneras de leer el libro. O encargando una copia en papel, que publican en cuanto uno la solicita y se la envían a casa; alguna gente se queja del precio por ejemplar, pero no olvidemos que depende de la demanda, que las fotos aumentan los gastos y que ha quedado una edición muy respetable. O comprando la versión en pdf, de manera que uno se gasta mucho menos (en pdf sale a dos euros y cincuenta céntimos), pero debe leer el libro en pantalla o imprimirlo por su cuenta, con lo cual se gastaría un pastón en tinta de colores. Yo me lo compré en papel. La idea me gusta para quienes no viven en España: gente de Latinoamérica puede comprarse el libro y leerlo en pantalla por menos de tres euros. CEB supone una experiencia innovadora, un adelanto del futuro. Me gustan los avisos que incluye el volumen: “Edición impresa de una experiencia de creación colectiva llevada a cabo en formato blog” y “Un proyecto colectivo llevado a cabo en línea en torno a la descripción de una serie de falsos recuerdos entrelazados”. Blogs, edición digital, estructura fragmentaria, creación colectiva: son palabras de futuro, no lo duden. CEB es un riesgo. No gustará a quienes son incapaces de salirse de lo clásico. Los amantes de las vanguardias y de la postmodernidad y las nuevas fórmulas, en cambio, lo agradecerán.