El viernes por la noche preparaba la cena cuando sonó el teléfono. Era Sergio Martín, y me sorprendió que llamase a esas horas. Dos días antes estuvimos a punto de acudir juntos al preestreno en Gran Vía de “El amor en los tiempos del cólera”, pero no pudo ser. Pensé que me telefoneaba por algo relacionado con la película, o para preguntarme si salía aquella noche. Sergio me dijo, muy emocionado, pero aún atónito y como si no acabara de creérselo, que le había llamado Fernando González Urbaneja, presidente de la FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas de España), para comunicarle que le habían otorgado el Premio Larra al periodista menor de treinta años más destacado del año anterior. La ceremonia de entrega será en junio, y, aunque el premio carece de dotación económica, su relevancia es notable. La noticia coincidía con su viaje, a la mañana siguiente, a Austria, para pasar unas merecidas vacaciones junto a su chica, que, como él, trabaja en Radio Nacional de España.
Puede que, a la gente que conozca desde hace poco a Sergio (me refiero a quienes lo conocen de fiestas y farras en Zamora y de reírse con su desparpajo), le sorprenda que le den un premio. Pero no imaginan lo que vale y lo mucho que trabaja. Su carrera va disparada al estrellato. Reúne tres cualidades por las que, sin duda, se ha ganado el premio: talento para la radio y para la comunicación; arrojo a la hora de entrevistar, llamar por teléfono a gente esquiva y, en suma, echarle morro; y una gran capacidad de trabajo. Antes de Madrid estuvo destinado en Alicante, donde unos cuantos fuimos a visitarlo en verano, y estaba de curro hasta las cejas. La presión de mantener varias colaboraciones en la emisora local y en la nacional (en el programa de Olga Viza, con quien sigue colaborando en la actualidad) estuvo a punto de destrozarle los nervios. Apenas tenía tiempo para otra actividad que no fuese su oficio. Luego tuvo un golpe de suerte y se vino a Madrid, a RNE. En esta nueva etapa se dedica al programa de “España directo” en versión radiofónica, que dirige Mamen Asencio, y tan pronto está entrevistando a personas de nuestra tierra como metido dentro de un helicóptero para hablar con los soldados o viajando con camioneros para que le expliquen su rutina o charlando con la gente de la calle. Recuerdo, hace un año, en una de sus colaboraciones para Olga Viza, que se le ocurrió marcar varios números de teléfono y preguntarle al personal si sentaría a un pobre en su mesa durante la cena de Navidad. Algunas de las respuestas que recibió son propias de los personajes de Berlanga. Si alguien vio la retransmisión de Televisión Española de la Cabalgata de Reyes de este año, entonces ya conoce su voz. Junto a Mamen Asencio, fue el encargado de retransmitir el desfile de los Reyes Magos por Madrid. Un trabajo de casi cuatro horas en un medio en el que nunca había trabajado. Y salió airoso.
Pero el recuerdo más entrañable está, para mí, en los inicios de Sergio Martín. En Salamanca, cuando logró orquestar varios programas semanales para Radio Universidad. Es posible que haya mencionado esto en algún viejo artículo, pero la prensa tiene una existencia limitada y por ello conviene recordar las cosas a menudo. No sé de cuántos programas se encargaba; tal vez fueran cuatro o cinco. Uno de ellos se llamaba “Salto de página”. Un espacio de literatura al que, cada semana, nos llevaba a mí y a otro colega de Zamora, Jorge García, hoy analista programador para Fiat en Madrid, para hablar de libros. Aún tenemos grabadas, por ahí, algunas emisiones. Ya entonces apuntaba maneras. Y oficio.