Remake de la película de Theo Van Gogh, quien fuera asesinado en 2004, y a quien Buscemi homenajea: le dedica el filme e introduce dos guiños (el muchacho que pide un autógrafo se llama Theo, y el camión contra el que choca el taxi en el que viaja Buscemi es de la empresa Van Gogh). El actor dirige esta cinta independiente en la que hay un duelo interpretativo entre su personaje, un periodista desencantado, y el de la explosiva Sienna Miller, una actriz exitosa de serie B. Ambos juegan al gato y al ratón y se atacan y entrevistan mutuamente. Dura hora y media, pero los dardos que ambos se disparan y las heridas que se hacen dejan en el espectador esa inquietud propia de las antiguas películas basadas en obras teatrales. No es necesario destacar la solvencia del siempre eficaz Buscemi, así que la sorpresa vuelve a ser Sienna Miller, como ya lo fuera en Factory Girl. Su personaje es un regalo envuelto en imposturas. Un filme venenoso y entretenido.
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