Siempre alguien estuvo y está de pie apartado
mirando cómo asesinan.
Los judíos, cuando los romanos llevaban a ejecutar
a Jesús de Nazaret.
Los burgueses de Toledo, cuando la Inquisición
quemaba a las brujas.
Los sherifs de Texas, cuando los granjeros
linchaban a los negros.
Los católicos de Sered’, cuando la Guardia de Hlinka
conducía al convoy a judíos y gitanos.
Los delatores de Praga, cuando la Gestapo
se llevaba a aquellos que “aprobaron” el atentado.
Los soldados israelíes, cuando los falangistas cristianos
asesinaban en Beirut a los refugiados palestinos.
Siempre alguien estuvo y está de pie apartado,
reza, jalea, calla, asiente,
cuando llevan a otros a la muerte,
cuando se llevan a otros de la vida.
Siempre le alegra librarse
de los que le quitaban sosiego y autoestima.
Su conciencia es ancha y buena
mientras mira desde la esquina, mientras sigue a los que mandan.
Pero a veces, de noche, se sofoca
cuando los muertos se paran cerca de él
y observan qué tal le va.
Milan Richter, El silencio de los árboles en Hyde Park
Hace 3 horas