Los lectores de “Don Quijote de la Mancha” recordarán, sin duda, la historia de amores y enredos y villanías entre Cardenio, Luscinda, Fernando y Dorotea. Es una de las numerosas historias que pueblan ambas partes de la novela. La de Cardenio y Luscinda pertenece a la primera parte. Don Quijote y Sancho están en Sierra Morena. Tras el hallazgo de una maleta y un cojín abandonados, conversan con un cabrero, y después conocen a un hombre desastrado y medio loco, al que al principio nos presentan como “El Roto de la Mala Figura”, que no es otro que Cardenio y que les cuenta su historia. Y en su historia hay una traición: la de su amigo Fernando, que mediante argucias intentó arrebatarle a su amada, Luscinda. Y también hay otra mujer, Dorotea, enamorada a su vez de Fernando (cuyo padre es un grande de España). Recordemos el delicioso momento en que Cardenio comienza su relato: “Mi nombre es Cardenio; mi patria, una ciudad de las mejores desta Andalucía; mi linaje, noble; mis padres, ricos; mi desventura, tanta, que la deben de haber llorado mis padres, y sentido mi linaje, sin poderla aliviar con su riqueza, que para remediar desdichas del cielo poco suelen valer los bienes de fortuna”. Cardenio vaga por la sierra con un pie en la cordura y otro en la locura, muerto de hambre y deseoso de venganza. Las cosas se resuelven con la intervención de varios personajes, y los nudos se arreglan en la venta. La historia de Cardenio se prolonga durante varios capítulos, entre los que se intercalan otras historias y novelas cortas, como la de “El curioso impertinente”.
Hace unos meses leíamos una noticia que atañe a Cardenio, a Cervantes y a Shakespeare. La Royal Shakespeare Company había recuperado y autentificado un viejo manuscrito que se titula “Historia de Cardenio”. Estaba escrito por William Shakespeare y John Fletcher, éste último uno de los colaboradores habituales del célebre genio inglés. Una de esas obras que se representaron en pocas ocasiones, y luego los años la sumergieron en el olvido y en el extravío. Diez años atrás, José Esteban la publicó en su editorial, con traducción de Charles David Ley. La editorial Rey Lear acaba, ahora, de reeditar aquel trabajo. La misma traducción, una nota bibliográfica sobre la historia de Cardenio, escrita por José Esteban, y una introducción a cargo de Ley. Esteban dice, en esa nota, que la obra debió de venderse regularmente y que, poco después, Ley fallecía. Para dentro de dos años, si el proyecto progresa, está previsto que la obra se represente en los escenarios, gracias a la colaboración entre España e Inglaterra. Una coproducción para la que se pretende contar con actores de ambos países.
En esta reeditada “Historia de Cardenio”, que acabo de leer con sumo gusto, asistimos de nuevo a ese enredo de amores y traiciones con los personajes originales: Cardenio, Luscinda, Fernando, Dorotea, los padres de algunos personajes, etcétera. Faltan, es obvio, Don Quijote, Sancho, el cura y el barbero, los dueños de la venta, entre otros. Lo que hicieron Shakespeare y Fletcher fue desgajar esta trama y darle vida propia. Aquí ya no son los personajes (Dorotea o Cardenio) quienes cuentan sus desventuras, sino que conocemos en directo, sin narradores intermedios que den su versión, lo que sucede entre esos hombres y mujeres enamorados. Es una obra breve, en cinco actos y pocas escenas, una pieza plena de hallazgos y de frases que los lectores releerán, con enseñanzas muy propias de Shakespeare, pero situada en el rico mundo de Cervantes. No está a la altura, claro, de “Hamlet” o “El Rey Lear”, pero se disfruta mucho con su lectura. La representación será otro éxito.