miércoles, octubre 17, 2007

Apples, de Richard Milward

Hace unos meses leí Twelve, escrita por el jovencísimo Nick McDonell. Me decepcionó. Por eso no sabía qué pensar de esta novela, Apples, escrita por el precoz inglés Richard Milward. Por un lado, había buenas expectativas: la ha publicado Berenice, dentro de la colección dirigida por Javier Fernández, lo cual es una garantía. Por el otro, no: las frases publicitarias, que insisten en el parecido con Trainspotting y El guardián entre el centeno. Lo cierto es que el libro está en la línea de Menos que cero, Historias del Kronen, etc.

Al contrario que con Twelve, confieso que Apples (nombre de ciertas pastillas de éxtasis) me ha enganchado. Te atrapa y no te suelta. Cuenta la historia de los quinceañeros Adam y Eve. El primero es un muchacho con un trastorno obsesivo compulsivo, al que su padre apaliza de vez en cuando; jamás ha salido de juerga y sabe que sólo de ese modo podrá acercarse a las chicas y ligar con ellas. La segunda es una muchacha algo alocada y frívola, obsesionada con las drogas de diseño, las discotecas, los hombres y las borracheras; su madre tiene cáncer, pero eso no la impide salir continuamente de farra. Adam está enamorado de Eve. A Eve sólo le parece raro y simpático. La novela está construida mediante la alternancia de los monólogos de ambos. Cada uno desvela su punto de vista del asunto. Se intercalan, a veces, monólogos de otros personajes, algunos de ellos insólitos (pero prefiero no revelar quiénes o qué son). La trama empieza en Middlesbrough y acaba en Mallorca.

Puestos a poner etiquetas, como suelen hacer los críticos, podríamos aventurar que Apples recuerda un poco a la película Thirteen, un poco a las cintas de Larry Clark. Pero con un toque poético. Con cierto romanticismo, que es el que aporta Adam, profundamente enamorado de Eve. En cierta medida, este libro representa a las generaciones que hoy arrasan en los pubs y las discotecas, pero también habla de quienes se quedan en casa y son incapaces de comunicarse. A mí me ha devuelto a mis quince años, a ese tiempo en que, como Adam, empezaba a emborracharme en los bares para poder hablar con las chicas. Una época de incertidumbres, de errar sin rumbo fijo, de dolor interno. Recomendable novela, pues, que apasionará a los jóvenes y que, probablemente, detesten sus padres. [Zona Apples]