Los temas que maneja Kluge son numerosos: el cine, la catástrofe de Chernóbil, el accidente del Kursk, el regreso de Ulises, el 11-S, la crisis de Oriente Medio, la batalla de Stalingrado, la Alemania nazi, la Ilustración, el espionaje, el cosmos, la casualidad, la guerra del Golfo, Kant, la política, el circo, el amor, el suicidio, etcétera, etcétera. El autor (quien, además, es cineasta) es capaz de salir airoso en cualquier tema que se proponga y en cualquier empeño, y la brevedad de cada narración logra que el libro se vuelva muy ameno.
Sólo encuentro dos objeciones a su lectura. Por un lado, esa abundancia de géneros y de narraciones y de saltos en el tiempo hacen que uno se pierda un poco, sobre todo al principio, en el que nos cuesta acostumbrarnos a pasar del 11-S a los años 30, de un ensayo en tercera persona a un relato ficticio escrito en primera persona, de un seductor del siglo XVII a la hija de Onassis. Por el otro, la abundancia de datos científicos, algo que apasionará a quienes gustan de las ciencias.