Nicolas Sarkozy, nuevo presidente de la República Francesa, vino a España y dijo que izquierda y derecha deben trabajar unidas frente al terrorismo etarra. Aseguró Sarkozy que el gobierno español contaba con el apoyo de Francia en materia terrorista. Esto, aun a riesgo de que con el tiempo pueda quedarse en palabras y no en hechos, constituye una lección para los políticos españoles y, en general, para todo el país. Sarkozy, a pesar de sus maneras medio castrenses y de su mano dura en materia política, aterrizó como un relámpago y tanto Zapatero como Rajoy no han dudado en pasarle la mano por el lomo y darle jabón. Aunque provenga del centro derecha, al nuevo presidente no le faltan educación, vitalidad y, sobre todo, ganas de trabajar. Es un tipo activo, dinámico y resolutivo. Proviene de una derecha educada.
Que apoye a Zapatero y haya venido a dialogar en seguida con él, después del viaje de nuestro presidente a Francia para apoyar en los mítines a la candidata socialista, Ségolène Royal, es una muestra de los modales franceses, que deberían ser un ejemplo para nosotros. Y también es una lección para Rajoy. Lo importante no es la división entre derechas e izquierdas, sino la unión para combatir al terrorismo, ha venido a decir. Cuando Zapatero tendió la mano a Rajoy en la lucha contra ETA, éste se la mordió, igual que el perro ingrato que rechaza nuestra comida. Ahora viene Sarkozy y los dos se callan, le dicen que sí, que lleva razón.
La diferencia entre el modo de comportarse de los franceses y el de los españoles es abismal. Empezando por la alta participación de los ciudadanos en las elecciones francesas. Aquí, en España, se registró baja participación en los recientes comicios municipales y autonómicos. Como si en España se la sudara todo a la mayoría. Cuando estuve en París el día de sus elecciones apenas vi pasquines ni propaganda electoral en las aceras. De vez en cuando, algún anuncio perdido en un muro, junto a la publicidad musical. Y, aún así, ya lo hemos visto: mayor participación que nosotros en unas elecciones. Quizá el problema es que en nuestro país nos saturan con tanta propaganda callejera. Allí, en Francia, cuando ganó el centro derecha de Sarkozy los jóvenes de los suburbios parisinos se echaron a la calle a protestar, a quemar coches y contenedores, a rebelarse. Aquí no. Aquí aumenta la sensación de que nos da igual todo. En España, para que los jóvenes salgan a la calle y quemen contenedores como protesta contra los gobiernos o contra la oposición, es necesario un requisito: que prohíban el botellón. En Francia pelean por las ideas y en España peleamos por las botellas. ¿Significa eso que estamos dormidos? ¿Significa que pasamos del tema? Probablemente la respuesta a ambas preguntas sea afirmativa. Volvamos al principio: Zapatero y Rajoy deben aprender de este hombre, a pesar, insisto, de sus ideas de mano dura. Lo decía ese gran columnista que es Lluís Foix en su bitácora de internet: “Pero la derecha francesa ha ganado con un discurso moderno, transparente, respetuoso con la mitad aproximada de franceses que no la han votado, con un debate de ideas y no de obsesiones, con un cara a cara de gran nivel entre el nuevo presidente y Ségolène Royal”. Foix ponía a Sarkozy como ejemplo ante Rajoy, advirtiendo a este último que debería considerar la lucha antiterrorista “como una cuestión de estado y no como una estrategia de partido”. Esperemos que Sarkozy apoye de verdad al gobierno en la lucha contra el terrorismo. Lo digo porque es una costumbre política eso de dar la mano y ofrecer la sonrisa y, al mismo tiempo, calvar un puñal en la espalda.