Entro en un kiosco de mi ciudad. Mientras espero el turno, ojeo el muestrario. Se escucha esta retahíla: “Me das dos gominolas de mora… y un chupachups… y tres regalices rojos… y dos de estos… y tres dedos… ¿Cuánto llevo?” Inesperadamente, la voz del comprador corresponde a una mujer que ronda los sesenta años. Niña eterna.
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