lunes, abril 09, 2007

Entrevistas breves y relatos experimentales

No me atrevería a recomendar los libros del autor norteamericano David Foster Wallace. En sus páginas hay diversos hallazgos y experimentos narrativos que no excluyen las digresiones extensísimas, las notas al pie de página que abarcan varias hojas en letra minúscula, la metaliteratura, las parrafadas grandilocuentes y plagadas de un estilo algo pedante pero a la vez irónico, etcétera. Por esa razón no me atrevería a recomendar un libro suyo al completo: sé que a algunas personas no les iba a gustar ese estilo, e incluso a mí algunos de sus relatos y artículos han acabado por hartarme un poco. Sí me atrevería a recomendar ciertos cuentos, ciertos reportajes y entrevistas. Sus libros, para mi gusto, pecan de irregulares. La mitad de sus relatos me apasiona, pero la otra mitad me abruma, me cansa, no me parece tan divertida.
Por eso aconsejaría al lector interesado en este prolífico autor que hiciera su propia criba, su propia selección. Empezar uno de sus libros por cualquiera de los relatos o de los reportajes y crónicas y, si no le gusta o le fatiga su lectura, saltar de inmediato al siguiente, hasta que encuentre uno que le acomode. Y, créanme, lo encontrará. Por ejemplo, en el que quizá sea su libro más celebrado (o el más leído): “Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer”. Creo que lo recomendé en su momento, o escribí alguna reseña al respecto. El libro agrupa artículos, crónicas y reportajes, escritos por Foster Wallace con su peculiar visión de las cosas y su particular sentido del humor. D.F.W. siempre sorprende, haga lo que haga. Es posible que se embarque en un crucero y observe la vida que los pasajeros llevan, y se harte, y escriba la crónica que da título al libro. O que se meta en las ferias del Medio Oeste, en las que abundan los concursos increíbles, los tipos raros y las situaciones más absurdas. Es posible que participe en el rodaje de alguna película y esto le sirva para analizar la obra del director. O que analice la televisión y la cultura pop.
Estos días disfruté (y también sufrí, a ratos) de otro de sus libros, de título exquisito: “Entrevistas breves con hombres repulsivos”. En la actualidad están rodando una película sobre este compendio de relatos, aunque no sé muy bien cómo lograrán hacerlo. En “Entrevistas…” encontramos las señas de identidad de la escritura de Foster Wallace. Algunos pasajes se me hicieron pesados, dada la insistencia de Wallace en las oraciones kilométricas y su manía de contarnos las cosas, a veces, en un estilo algo pedante. Pero otros constituyen una delicia. En uno de ellos, titulado “Mundo adulto”, la esposa de un hombre se devana los sesos intentando averiguar si sus felaciones le procuran placer al marido. A escondidas, entra en un sex-shop, lee revistas y procura saber si la expresión del tipo cuando ella está allí abajo es de placer o de dolor. Wallace lo cuenta como si estuviera dando una clase de historia, o como si nos hablara de filosofía, y ese estilo (unido a las reflexiones de la mujer) logran que el cuento sea desternillante. Otro nos desmenuza con todo lujo de detalles el momento en que un adolescente decide subir al trampolín de una piscina pública. Es un relato magistral porque, mientras uno lo lee, recuerda que una vez fue ese chiquillo, y que sufrió las mismas congojas y comeduras de tarro, los mismos miedos y vergüenzas. Pero quizá las mejores piezas sean esas entrevistas que el autor intercala cada ciertas páginas. En ellas, hombres repulsivos cuentan sus experiencias a una mujer, sin que sepamos nunca qué preguntas les hace ella. El estilo aquí, es opuesto: cada fulano habla con un lenguaje callejero y desenfadado. Uno se desternilla y aplaude.